Más de 2.000 personas que cobran la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) en la CAV dejarán de percibirla en mayo al no haber sido localizados por el Servicio Vasco de Empleo, Lanbide.

El departamento de Empleo dio ayer a conocer que ha enviado dos veces comunicaciones por carta certificada a 2.031 perceptores de la RGI, pero al no haber respondido a estos requerimientos de que se presentaran en alguna oficina de Lanbide para regularizar su situación se ha iniciado un «expediente de suspensión definitiva» de cada uno de ellos.

Lanbide, que enmarcó esta primera fase de control de lucha contra el fraude en las ayudas sociales, aseguró que supondrá un ahorro a las arcas públicas de 17,28 millones de euros anuales. Según el departamento de Empleo, si finalmente alguna de estas personas apareciera, debería demostrar y acreditar la causa por la que no ha recibido ninguna de las cartas ni se ha dirigido a Lanbide, además de certificar que reside en la CAV y que cumple todos los requisitos para tener derecho a percibir la RGI.

La consejera de Empleo y Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, advirtió asimismo de que a lo largo de este año se acometerán nuevos procesos «para que nadie esté en el sistema injustamente».

Reacciones

Colectivos sociales de Bizkaia como SOS Racismo, Posada de los Abrazos y el Consejo de la Juventud de Euskadi acusaron a Lanbide de «criminalizar» a los perceptores de prestaciones sociales. Dichos colectivos reprocharon que Zabaleta «ligue cartas devueltas y fraude» y consideraron que la falta de respuesta obedece a que «las comunicaciones no llegan a sus destinatarios porque desde Lanbide no se ha actualizado sus direcciones». Denunciaron que esto se debe a «los problemas de coordinación entre Lanbide y las diputaciones».

Por otro lado, la portavoz de la Diputación de Gipuzkoa, Larraitz Ugarte, instó a Lanbide y a la consejería de Empleo y Asuntos Sociales a «dejar de incriminar» a los perceptores de la RGI. Ugarte, en nombre de Bildu, se mostró crítica con la labor que desarrolla Lanbide y consideró «una auténtica barbaridad que todo el rato se enfoque la cuestión en el fraude, en la falta de localización y en crear sospechas» sobre los perceptores.