El pueblo amazigh demanda que se reconozca y respete su realidad, propia y diferenciada
En el contexto de la llamada «primavera árabe», la cuestión del pueblo amazigh , orillada durante mucho tiempo por la comunidad internacional, se ha convertido en mucho más relevante. El reto de crear estados plurinacionales y pluralistas que reconozcan y respeten los derechos de todas las lenguas, de todos los pueblos y religiones, se presenta urgente, imprescindible para la reconstrucción social y política de un futuro equitativo y sostenible. El pueblo amazigh, nunca reconocido y con sus derechos negados, coincidió en la primera línea de las revueltas con los árabes. Este hecho crea oportunidades para dirimir este histórico contencioso de manera civilizada. Y ello pasa, en primer lugar, por reconocer su lengua, una forma de vivir la religión nada rigorista y que no mira a las teocracias del Golfo, y por desmontar el bloqueo económico y la política que hace de la construcción de mezquitas y cuarteles su única prioridad.
Como afirma un joven originario de las montañas de Akfadou, Kabilia, en el reportaje que hoy publica GARA «no querría parecer racista, pero no soy ni árabe, ni magrebí. Soy norteafricano, amazigh autóctono. Estábamos aquí hace miles de años y aquí seguiremos, en pie».