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Imanol Intziarte Periodista

El hombre de los remates imposibles

Vaya por delante que esta columna tan solo pretende ser un modesto homenaje a Mikel Aranburu. No solo al futbolista, sino también a la persona. Quien espere objetividad y un frío análisis ya puede dejar de leer.

Sabemos que su despedida no tendrá la repercusión planetaria que ha tenido la de Pep Guardiola. Tampoco saldrá tanto en la televisión como otros que a la misma hora se bañaban en Cibeles. No nos importa. Para quienes gozamos y sufrimos con ese equipo que cada quince días juega en Anoeta vestido de blanquiazul se va uno de los tipos más grandes que han pasado por ese vestuario. Se va el hombre de los remates imposibles, para quien resultaba más probable anotar una volea sin ángulo con su pierna mala que empujarla a la red con la derecha y sobre la raya. Se va el jugador capaz de salir indemne de la presión de tres rivales con un caracoleo y dos quiebros. Capaz también de intentarlo al borde de su área y perder la bola, para cabreo de su parroquia. Se va quien vivió un amargo descenso y se conjuró para devolvernos a Primera. Se va quien nunca dijo una palabra más alta que otra, quien impuso la calma incluso cuando le partieron la pierna con una horrible entrada en El Sardinero. Veinte años en Zubieta y más de 400 partidos con el primer equipo hacen que Mikel Aranburu tenga un lugar de privilegio en la historia de la Real.

Pero al margen de sus virtudes y defectos sobre el césped, deja el fútbol una persona que, en vez de limitarse a vivir con placidez los privilegios de su oficio, no ha tenido reparos en enfangarse y aprovechar su eco mediático para pelear por las causas que creía justas. Ha sido uno de los mayores defensores e impulsores de las selecciones vascas y de su derecho a competir oficialmente, aguantando por ello carros y carretas. Y tampoco ha tenido reparos en implicarse en la defensa de los derechos de Euskal Herria como nación, en el apoyo al euskara, a los represaliados... Aranburu abandona el fútbol, pero estoy convencido de que seguiremos oyendo hablar de él. El tiempo lo dirá. Eskerrik asko Mikel.

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