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Alvaro Reizabal Abogado

La mentira infinita

Y estos eran los que vendían la moto de que con su sola llegada al poder se iban a disipar todos los nubarrones económicos y Europa y los mercados les iban a hacer la ola

Las predicciones meteorológicas que anunciaban mejor tiempo en la costa guiaron nuestros pasos hasta una zona que aunque conocíamos en parte, hacía tiempo que no visitabamos, el camino de la costa que va de Zumaia a Deba, hoy balizado como Talaia.

Elgorriaga, Punta Endata, Sakoneta, Itxaspe, parajes de singular belleza entre el azul del mar y el verde de los campos, regados generosamente durante todo abril. Y el flysch que ahora nos dicen que tiene un incalculable valor geológico, histórico y paisajístico, hasta intentar convertirlo en atractivo turístico de primera, incluso en barco, para verlo desde el mar.

Y mientras uno contempla tanta belleza, le vienen a la memoria aquellos tiempos de los 70 en que la desmedida ansia de riqueza del capital decidió instalar centrales nucleares en varios puntos de la costa vasca: Lemoiz, Ea y Deba, y, precisamente en este caso, en los lugares que arriba citamos. La seguridad era máxima, nos decían, por lo que no importaba la gran densidad de población de la zona. Era una industria limpia y generadora de muchos puestos de trabajo (durante la construcción). La necesidad de las instalaciones incuestionable, porque la demanda de electricidad en el futuro las hacían imprescindibles, sopena de tener que alumbrarnos con velas y comer berza (sin alubias) como único alimento. Y las economías externas innegables, porque como consecuencia del proceso productivo y la refrigeración del engendro, las habitualmente frías aguas del Cantábrico se iban a calentar unos grados, lo que además de atraer a más turistas, de los que gustan de bañarse en sopa, se iban a criar peces tan gordos como mocordos.

El disparate no se llevó a cabo porque la lucha de nuestro pueblo lo paralizó en seco y el tiempo ha demostrado que ni eran necesarias, ni seguras, como se ha visto en Fukushima. Eran simplemente muestras de las mentiras que nos cuentan para seguir alimentando a la fiera insaciable de la codicia y la ambición. Entonces era lo nuclear y ahora la crisis y los «imprescindibles» recortes. No queda dinero para sanidad, ni educación, solo queda para la banca y para despilfarros en gastos militares. Vamos a tener que pagar por todo lo que ya nos habían cobrado y además suben los impuestos, que nunca iban a subir. Y del programa electoral que les llevó a la Moncloa, si te he visto no me acuerdo. Ahora solo hablan de la «herencia» que justifica todos los desmanes.

Recortes y reformas laborales para fomentar el empleo y, mientras tanto, el paro en ascenso exponencial o, dicho de otra manera: todas las medidas adoptadas por el gobierno del PP han fracasado, hasta el momento, de forma clamorosa. Y estos eran los que vendían la moto de que con su sola llegada al poder se iban a disipar todos los nubarrones económicos y Europa y los mercados les iban a hacer la ola. Así consiguieron la mayoría absoluta que les permite pasar el rodillo recortador. Otra farsa, otra trola. Es la mentira infinita.

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