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La deliciosa guinda del pastel

Endika ALONSO Socio de Grupo Iruña Navarra

Lo reconozco. No soy parte de los aficionados que acompañan a este equipo desde sus orígenes, cuando este solo parecía el ambicioso proyecto de unos trasnochados. Sin embargo, en mi defensa expresaré que soy socio los últimos dos años y habitual en el Anaitasuna desde los tiempos de LEB Plata.

Y es que desde que me animé a subir al Anaitasuna por primera vez, no he podido dejar de esperar a que llegue la tarde del viernes para volver a acudir allí. Porque, ¿cómo no me va a enganchar un equipo cuya columna vertebral la forma gente de la tierra, como Iñaki Sanz y Narros, Mikel Uriz o Savistki, por decir solo jugadores de este último año? ¿Cómo no me voy a emocionar con un grupo que ante presupuestos mucho más elevados ha vuelto a colarse en play offs gracias a su inquebrantable fe? ¡Y terceros!

¿Cómo no voy a disfrutar con la entrega de unos jugadores que se vacían en cada partido? Cuando se escuchan críticas en otros muchos equipos tachando de mercenarios a los jugadores, siempre pienso que no es algo aplicable a este club. Pienso que son un ejemplo de lucha. Y el que no se compromete... ya sabe lo que le espera. Banquillo o rescisión. Ya lo hemos visto antes. Es el ejemplo, correcto a mi entender, implantado tanto por la directiva como por el entrenador, Ángel González Jareño.

¿Cómo aburrirme cuando llevamos toda la temporada recorriendo la lìnea de la esquizofrenia, capaces de perder seis partidos consecutivos y luego encadenar siete victorias, o de cerrar partidos con parciales incontestables después de tres cuartos tirando a discretos?

El Grupo Iruña Navarra nos está regalando una enorme ilusión a quienes amamos el basket (una lástima que el ambiente del pabellón, en muchas ocasiones, peque de frío y no sea de agradecimiento a ese regalo, aunque para play offs seguro que se asemeja al último encuentro contra Menorca). Nos está ofreciendo la posibilidad de disfrutar de buen baloncesto, acompañado de éxitos. De ver desfilar por nuestra ciudad a equipos y jugadores históricos -jugadores como Middleton o Darren Phillip, por ejemplo- y encima, de permitirse la osadía de derrotarles.

Hay quien sueña con la Liga ACB. Yo no lo creo real, simplemente por razones económicas y sin entrar a valorar otras cuestiones. Me parece que el sitio natural, al menos durante unos añicos, debe ser esta Liga LEB Oro. Peleando por no pasar apuros y, si se puede optar a ello, por entrar en play offs. Haciendo que la masa social aumente -ya hay 6.000 practicantes de nuestro deporte en Nafarroa-. Haciendo que el viejo sueño de unos trasnochados de hace un tiempo empiece a convertirse en una auténtica necesidad para toda la ciudad. Que la afición, por miles, demande un hueco para Grupo Iruña Navarra en la mejor liga de baloncesto de Europa. Y es que esa sí sería la verdadera guinda del pastel.

Mientras llegue ese momento, yo seguiré yendo al Anaitasuna y disfutando al máximo. Y es que este pastel, con guinda o sin ella, no nos engañemos, es realmente delicioso.

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