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«Wilaya» retrata la situación de la mujer en los campos de refugiados saharauis

M. I. | DONOSTIA

Pedro Pérez Rosado ha realizado varios documentales en los campos de refugiados saharauis antes de su largometraje de ficción «Wilaya». Por otro lado, acumula experiencia en el retrato de mujeres procedentes de otras culturas. En «Agua con sal» presentaba a una inmigrante cubana trabajando de forma ilegal en la industria textil de la costa levantina, procedencia que se repetía en «La mala» con la cantante Lena Burke.

Las protagonistas de «Wilaya» son dos hermanas saharauis que se reencuentran después de 16 años separadas. Nadhira Mohamed, que vive en el Estado español, regresa a Tinduf para el entierro de su madre. La última voluntad de la fallecida es que cuide de la jaima familiar y de su hermana Memona, que sufre una invalidez. Dispuesta a salir adelante como sea, se convierte en la primera mujer conductora de la zona, utilizando un todoterreno para el reparto de alimentos. Su hermana hace de guía para llegar a los sitios. A lo largo de su intrincado recorrido irán coincidiendo con otros personajes que reflejan el difícil momento de su generación, dividida entre la inmigración y la vida en los campos de refugiados. Las dos protagonistas, así como el resto del reparto, carecen de experiencia interpretativa y se muestran con naturalidad ante la cámara. La película se proyecta estos días en el festival Fisahara.

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