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Mirando a Bucarest

Un partido que sobraba

Los rojiblancos despidieron la temporada en San Mamés con un empate que no supo a nada, mientras la grada pedía a Marcelo Bielsa que se quedara. Un choque en el que lo más destacado fueron los «debuts» de Raúl y Ramalho, y las despedidas de Koi y Gabilondo.

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Joseba VIVANCO

Marcelo Bielsa debió ser el único que se tomó en serio el partido de ayer, previo a la finalísima europea de Bucarest y despedida de la temporada en San Mamés, y eso que había dado descanso a Iraizoz, Amorebieta, Muniain y Llorente, amén del sancionado Javi Martínez. El ambiente en torno al estadio, en los minutos previos al choque, estaba tan frío como lo fue buena parte del encuentro. Con los deberes cumplidos y en los estertores de la temporada suele pasar. Y pasó.

Un encuentro de adioses, como los de Gabilondo y Koikili -apoyado por su peña de Gatika desde la grada-; de felices reencuentros con el fútbol -al menos en el banquillo- como el del gran capitán Carlos Gurpegi, que tuvo tiempo en los prolegómenos para fotografiarse sobre el césped con su hija Olaia, como también aprovechó a hacer David López con su pequeña; de debuts en La Catedral como el de otra promesa de Lezama como Jonás Ramalho; de oportunidades para el futuro como la de Raúl bajo palos. Hasta más de un jugador anunció que estrenaba botas. Pero más allá de esta crónica bilbaina de sociedad, había un partido que jugar, tres puntos que ganar. Ya se sabe, no es lo mismo quedar quinto que sexto o décimo. Y Bielsa, ya se sabe, como que es más de chándal que de esmoquin. Más de currar que de pasarela. Sentimentalismos, los justos, vamos.

Ni Gurpegi tuvo sus primeros minutos sobre el verde como la mayoría esperaba y deseaba, ni el bueno de Koikili tuvo ocasión de despedirse jugando. Al descanso, tras un soporífero primer tiempo, el argentino movió ficha y metió de una tacada a Iraola, Susaeta e Iturraspe. Eso era que no le gustaba lo que veía. Y el partido, que había transitado entre bostezos, despertó.

Tres cambios decisivos

Porque, con permiso del argentino, en un partido en el que a priori ninguno se jugaba nada, la primera parte se asemejó a un partido de solteros contra casados, en el que, al menos, los locales ejercieron de los primeros, aunque fuera con resaca, mientras que los visitantes se limitaron a pasear sus canas. Y aun así, fueron los madrileños quienes tuvieron las mejores ocasiones, en un disparo a bocajarro fuera de Miku y un cabezazo flojo de Gavilán a las manos del `debutante' Raúl. Del Athletic, ni señales de vida arriba, salvo las malas intenciones de un bullicioso Ibai y un disparo lejano de Iñigo Pérez lamiendo el larguero. Y punto. Solo las buenas intenciones de Ander Herrera por poner orden en la medular, la endeblez defensiva en algunos momentos de la pareja de centrales, algunos aplausos para el joven Ramalho -que pasó más de un apuro ante Gavilán- y tímidos gritos de apoyo a Raúl desde el fondo norte.

Dominio rojiblanco en los primeros cuarenta y cinco minutos, pero estéril. Mucho toque, mucha circulación, mucho juego horizontal, pero totalmente previsible, al tran-tran, y eso frente a un Getafe que esperaba atrás, en su campo, aguardando sin rubor alguno que le cayera un higo del árbol como tantos han recolectado en San Mamés esta temporada sin hacer nada.

Los tres cambios de Bielsa en el vestuario modificaron la dinámica del partido. «Iturraspe necesitaba minutos porque no había jugado el partido anterior, y con Susaeta e Iraola quería activar la banda derecha», explicó luego el técnico rosarino. La banda derecha, efectivamente, con Iraola y Susaeta se convirtió en una autopista, Herrera destapó parte del tarro de sus esencias y demostró que está listo para Bucarest, Ibai no paró un momento de inquietar a la zaga rival, Toquero cogió la onda al partido, el encuentro se dinamitó, y con él revivió una hasta entonces apática grada.

Bastaron cinco minutos de la segunda mitad para que un forzado pase atrás de Toquero al que no llegó por poco Gabilondo metiera a San Mamés en el choque. Cinco minutos después, una media chilena que se fue fuera por poco del propio Gaizka levantó las primeras bufandas al viento y los primeros gritos de «Jo ta ke, irabazi arte!». Como de la noche al día. El partido de solteros contra casados dejaba su sitio al fútbol. «¿Bielsa, quédate, Bielsa quédate!», coreó por primera vez La Catedral esta temporada. Seguro que el Loco lo escuchó.

El Athletic iba decidido a por la victoria. Por banda derecha e izquierda. «¡A lo loco, a lo loco, a loco, a lo loco se vive mejor!», entonaba el fondo norte.

En ese ir a por el partido, Gabilondo pudo despedirse de forma inmejorable con un testarazo que se fue al larguero, botó sobre la misma raya y salió. Como dijo el exmadridista Michel en sus tiempos de avezado comentarista televisivo, «si llega a entrar, es gol». Lógico.

Fue un minuto de vértigo, el 78, porque en la inmediata jugada el Getafe pudo marcar, y en la contra Ibai obligó al portero rival a un paradón. Pero ni los posteriores remates de Toquero, ni los balones al área, ni el dominio rojiblanco ante un inoperante Getafe, dieron sus frutos. Un cero a cero para despedirse. Dos bostezos, que diría Eduardo Galeano. El encuentro no dio para mucho más. Los «¡Bielsa quédate!» volvieron a repetirse, San Mamés despidió el choque y la temporada con sus bufandas ondeando. «Ha sido un partido muy entretenido», diría después el técnico del Getafe.

Tras el pitido final de un encuentro que no pasará a la historia de esta campaña, los rojiblancos mantearon a dos de los hombres que ayer se despedían, como Koikili y Gabilondo. «Los dos han sido ejemplares, su comportamiento e implicación así lo han sido, más difícil la de Koikili al que yo decidí que no tuviera participación», argumentó Bielsa después. Dos que se van, pero no todavía, porque aun deben vivir dos finales que el equipo tiene por delante.

Lo que sí hubo tiempo fue para que Marcelo Bielsa agradeciera los cánticos que la grada le dedicó ayer. «Se lo agradezco mucho, es recíproco. Yo también agradezco el apoyo y la compañía», contestó. «Muchísimas gracias», refrendó. Nadie duda de su renovación, ni de que el miércoles este Athletic se traerá la copa de Bucarest.

 

Los otros héroes de Bucarest partieron ayer en bus-litera, con 5.800 kms. por delante

«Los y las 44 valientes que vamos en el bus litera de la Peña Deusto a Bucarest salimos hoy ya hacia allí, y prometemos no volver sin la copa...». Es el mensaje de ánimo que se lanzaban a sí mismos ayer en internet los otros héroes de la final de la Europa League, los aficionados que se meterán entre pecho y espalda nada menos que una aventura de ocho días y más de 5.800 kms. «¿Una locura? Es verdad que lo de Bucarest empezamos un poco en plan vacile, pero era una barbaridad de kilómetros. Pero al final tiramos adelante. Mucha gente nos ha animado, pero otros nos han dicho que estamos locos, es verdad. Pero la locura es según cómo la mires. Yo veo más locura lo de un tío que paga 700 euros por ir en avión, ver un partido y volver», comenta Joseba García, el organizador de éste y los anteriores desplazamientos en el mismo transporte a Manchester, Gelsenkirchen o Lisboa. «El 30% de los que van a Bucarest han ido a todos; el resto, gente nueva», aclara. Para él será el primero, pero para su mujer, el final de una «pechada» de kilómetros. «El que más les gustó fue el de Alemania, porque los alemanes se enrollaron muy bien con los de aquí», apunta.

«Mucha gente tenía esta opción como en un segundo plano, a la espera del avión, pero al ver que con el tema de hoteles se disparaba la cosa, pues a última hora ha empezado a llamar gente pero a saco, es más, esta misma mañana -por ayer- me ha estado llamando gente... esto es la ostia», clama Joseba, que ha tenido que decir `no' a mucha gente. «Podíamos haber montado dos autobuses, pero el problema eran los hoteles allí», aclara.

El autobús partió ayer a las tres de la tarde desde la Avenida Madariaga de Deusto. Desde alguna cuadrilla de jóvenes, hasta una amama de más de 60 años o un matrimonio cuarentón. Un pasaje variopinto que espera arribar a la capital rumana el martes por la mañana y sumarse al desembarco aéreo que comenzará este lunes. Esa noche será la única que duerman en cama -«me acaban de llamar del hotel y me dicen ahora que nos van a tener que dividir en dos hoteles», se lamentaba horas antes de salir-, porque tras el partido, pondrán rumbo a Bilbo. Verona y Belgrado a la ida y Lubiana y Mónaco a la vuelta, serán algunas de las ciudades donde se detendrán a hacer `turismo'.

Viajarán, sobre todo, de noche, y aprovecharán durante el día para conocer los lugares que visiten. «La gente que ha ido a los otros viajes, quitando la primera noche para dormir, les ha encantado lo del bus-litera; es como ir de camping, te tiene que gustar un poquito la batalla», comenta. Lo bueno, además, es que van bien pertrechados. Ropa suficiente «como para un mes», banderas, bufandas, pero también buen acopio de comida y bebida en los malateros para que el presupuesto -360 euros sale el viaje- no se dispare.

Hoy estarán todo el día en Verona. Quizá ya un poco cansados, pero con la ilusión intacta. «Ya hemos hecho un hueco en el maletero para la copa, porque encima llegamos a Bilbao los últimos, así que tienen que esperarse porque igual llegamos y ya ha pasado la gabarra», ríe. Eso sí, «como la ganemos, menudo viaje de vuelta, igual la gente no quiere ni parar en ningún lado», añade. Solo por ellos, este Athletic se merece esta Copa.

Habrá gabarra el lunes si los rojiblancos se proclaman campeones

Los acontecimientos futbolísticos están atropellando no solo los bolsillos y los planes de muchos forofos rojiblancos, sino también al propio club de Ibaigane. Lo que ayer era negro hoy parece que es blanco. Si hasta ayer parecía seguro que de ganar un título -o los dos- la gabarra solo saldrían una día, el 27 de mayo, ayer un medio de comunicación informaba que el club baraja firmemente el sacar la embarcación el día 14 si los de Marcelo Bielsa se alzan con el título en Bucarest. Desde el Ayuntamiento bilbaino se habían ya pronunciado en fechas precedentes sobre la elección de un único día para celebrar un posible título, pero de alcanzarlo este miércoles parece evidente que la afición rojiblanca demandaría festejarlo de inmediato. Así las cosas, puede que la idea esté ya sobre la mesa, pero que no se haga oficial hasta que pase la final. Por si acaso, la mítica gabarra ya surcó el viernes la Ría a modo de ensayo. Por otro lado, el hecho de que esa hipotética celebración fuera en lunes respondería, probablemente, a que realizarla el próximo fin de semana supondría incontables quebraderos de cabeza para muchos otros eventos previstos esos días, desde festivos o culturales hasta deportivos, sin apenas margen para modificar horarios o ser aplazados. J.V.

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