Carlos GIL | Analista cultural
Influencia
Hablamos de milagro. Conocer el sistema de fonación es acercarse a una revelación. El sistema de conexiones, cambio de códigos, rutas nerviosas, caudales de plasma sanguíneo que se utilizan para que cristalice en alguna parte de nuestro cerebro una sílaba que después es pronunciada, es un proceso mágico. La neurociencia anda en pañales, entrando en unos cuartos oscuros en los que las neuronas van saliendo de sus armarios y se muestran liberadas de servicios secretos. Es la orgía de los mecanismos sistematizados y el orden frecuencial por encima del impulso irracional. La intuición convertida en un subtema de la metafísica. La imaginación estabulada en el departamento de poética del conocimiento. No hay más filosofía que la que se pueda demostrar. Eduard Punset convertido en apóstol de la memoria acumulada en un sueño.
Es la influencia de las ciencias sobre las artes. Algo importante y muy necesario, aunque estemos en una etapa de enamoramiento que nos nubla la vista y todo lo deseamos ver codificado, explicado con la gramática parda de las matemáticas, de lo irremediable. El azar, probabilidad cabal de todo discurso científico que escape del determinismo con reminiscencias religiosas, volverá a aparecer como elemento de influencia no predecible. La genética nos reduce a herederos, el azar nos convierte en libertos capaces de elegir nuestro destino. El día que se pueda crear en un laboratorio la mirada de Picasso, la ciencia ficción será una noción retro. La historia será un esqueleto sideral y el futuro una pared de metacrilato donde se estampan las emociones. Los sentimientos estarán guardados en el disco duro del museo de la perdida humanidad...