La comisión de fiestas del barrio iruindarra de la Txantrea denunció ayer la persecución política que, año tras año, sufren sus fiestas populares. «Asistimos entre cabreados y aburridos a una catarata de desinformaciones y declaraciones que pretenden desdibujar y criminalizar al barrio y sus vecinos», aseguraron ayer miembros de la comisión en una comparecencia en la calle con gigantes y cabezudos.

Los vecinos mostraron su enfado por el desprecio de las autoridades a los más de 200 actos festivos que se celebraron durante el último fin de semana de abril. En particular, criticaron la decisión de la delegada del Gobierno, Carmen Alba, que ha decidido llevar a las fiestas ante la Audiencia Nacional por un posible acto de «enaltecimiento del terrorismo». El motivo fundamental de esta denuncia gubernamental es que en unas fotografías se encontró una pan- carta con el emblema de ETA en un árbol.

No obstante, también cargaron contra la postura adoptada por el grupo de UPN en Iruñea que, en un comunicado, les instó a condenar no solo símbolos de apoyo a presos y pancartas, sino también robos en comercios del barrio que coincidieron con las fiestas de la Txantrea, en lo que supone una culpabilización velada de la comisión de fiestas en relación a los hurtos. En cuanto a los símbolos, la comisión responde: «Ni ponemos ni quitamos pancartas. No somos censores de la libertad de expresión, no es nuestro papel».

Para los vecinos, lo que se esconde tras estas exigencias es «que no les gusta el modelo festivo popular, participativo, paritario y euskaldun que planteamos». Además, aseguraron que no permitirán «un ataque más», tras enumerar una lista que va desde los olentzeros al «ridículo de la piscina de los calderetes». Y también criticaron la «atosigante presencia policial cada vez que realizamos una fiesta en el barrio».