El último comunicado de ETA, dirigido expresamente a la opinión pública europea y difundido por una de las agencias más importantes del continente, viene a profundizar en lo anunciado hace unos días por la Comisión Internacional de Verificación y, nombrando a una delegación para abordar el diálogo directo con los gobiernos español y francés, la organización armada da un paso más en su disposición de avanzar hacia una solución definitiva. Frente a ese avance, la respuesta del ministro español del Interior, rechazando el diálogo, muestra a un Estado anclado en el bloqueo, mientras que desde el Gobierno francés fue un portavoz interino quien tiró de manual. Varios medios destacaron que el comunicado se difundió al día siguiente de que François Hollande tomara posesión de su cargo; sería deseable que con él al frente la posición del Estado francés fuera diferente a la mantenida durante la etapa de Nicolas Sarkozy.

A la vista de la respuesta obtenida, podría pensarse que la situación se mantiene donde estaba. Sin embargo, el comunicado y su destinatario contienen elementos que permiten afirmar lo contrario. Cualquiera que atienda a la literalidad del anuncio de ETA y los pasos que esa organización ha dado en los últimos meses, y a continuación observe la respuesta ofrecida desde Madrid, se hará una idea de la disposición de ambas partes de lograr una solución, y el Ejecutivo del PP no sale bien parado de la comparación. Aunque insista en su inmovilismo, su posición es hoy más débil que ayer.

Sin embargo, la actitud del Gobierno español quedaría más en evidencia si otros agentes, como el PNV, no insistieran en secundarla. La respuesta que Iñigo Urkullu dio al comunicado a través de las redes sociales es impropia de alguien que hizo suya la Declaración de Aiete. Si en Europa son cada vez más quienes no comprenden al Estado español, en Euskal Herria la actitud de los jeltzales desconcierta a mucha gente. El PNV haría mal en ligar su futuro al del Gabinete de Rajoy.