Tras disfrutar de dos jornadas de descanso, el Athletic volvió ayer a Lezama. Trabajo físico, a diez días vista de la final de Copa, pero también trabajo de reseteo. Los rojiblancos aún rumían lo sucedido en las últimas semanas, con la mala racha liguera y, sobre todo, la derrota en Bucarest. Pero la profesionalidad, el prestigio del club, la ilusión de la afición y su propio deseo les obliga a convertir esa mala experiencia en un extra de motivación para la última cita de la temporada.

Lo tiene claro Gorka Iraizoz, para el que, más allá de lo que pudiera aprender el equipo en la final de la Europa League a nivel deportivo -«en todos los partidos, se gane o se pierda, sean finales o no, hay muchas cosas que analizar en positivo y en negativo», recordaba-, esa derrota frente al Atlético de Madrid y el duelo posterior no deben ser sino el prefacio de un nuevo e ilusionante, más que el anterior incluso, capítulo. «Todos los sentimientos que vivimos nosotros y cada uno de los aficionados hay que sentirlos y hay que dejar que repose. Lógicamente, no es la final que queríamos, pero es lo que nos tocó vivir. Lo tenemos que interiorizar y todo eso nos tiene que dar fuerza, mucha energía, para afrontar el siguiente objetivo. Más aún si es una final de Copa, con todo lo que significa para nosotros». Y también con todo lo que puede suponer de guinda para un equipo que ha crecido mucho estos últimos meses y al que incluso esa final perdida le ha «permitido adquirir otro tipo de aprendizaje y sentimientos, que también existen en el fútbol y que también son importantes para seguir adelante».

Toca reseteo, en definitiva, al menos en lo que atañe a la depresión. Resultaría insultante pensar en la posibilidad de que los rojiblancos arrojaran la toalla, siendo, como destacaba el guardameta navarro, «unos privilegiados por tener la posibilidad de disputar esta gran final. Después de todo el trabajo que ha realizado el equipo, no seríamos fieles a nuestra forma de pensar, a lo que siempre hemos creído, si no afrontáramos este partido con toda la ilusión del mundo».

Y con opciones, que las hay. «Es innegable que tendremos enfrente un magnífico rival, con el que habrá que hacer las cosas muy bien para ganar el título. Pero el equipo ha demostrado en numerosas ocasiones que lo puede hacer, que puede jugar a un grandísimo nivel y que puede pelear para ganar. Hasta ahora el objetivo principal en cada partido ha sido dar el máximo de cada uno; también lo será en ese partido y lo seguirá siendo en cualquier otro partido que juguemos». «Yo creo al cien por cien -añadió- en nuestra forma de afrontar los partidos y éste puede ser un gran partido para demostranos a nosotros mismos que el equipo sigue creciendo. Desde esas sensaciones y sentimientos que nos creó la final perdida, saber rehacerse, saber crecer y saber afrontar todos los retos y todas la situaciones que plantea el fútbol con entereza y optimismo», insistió. Más aún sabiendo que se trata de una competición «con mucho sentimiento para nosotros y para nuestros aficionados, muy arraigada en nuestra historia y en todos los corazones de la familia Athletic».

Una llamada a la reacción que Óscar de Marcos extiende a la afición, todavía desilusionada «por la final que hicimos. Pero yo creo que va a estar allí, que va a apoyar igual y que está deseando que llegue, igual que nosotros. Yo creo que está muy ilusionada», insistió el jugador, que igualmente cree que Marcelo Bielsa ha superado ya el disgusto. «Hemos tenido una charla después del entrenamiento -explicó el alavés-. Está bien, el míster es el que nos cambia la cara a todos. En momentos difíciles es el que nos da palabras positivas y al contrario, cuando la cosa va bien, el que nos pone los pies en el suelo. En este momento está pensando ya en el partido del Barça».