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Aratz Castro Presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV/EHU

Ministro, yo también me planto

Tras la aprobación de la reforma educativa, sindicatos, estudiantes y rectores fuimos convocados a una reunión. La actitud del ministro fue chulesca

Son días de grandes turbulencias en el sistema educativo tras la reforma improvisada aprobada por el Gobierno español. Una reforma educativa que ha planteado el ministro Wert sin un mínimo de seriedad en el análisis y, lo que es peor, sin consenso alguno. Son muchas las voces que se han quejado de ello: rectores, estudiantes y oposición política. Por ello, la única conclusión que se puede sacar es que este Gobierno ha entrado como «un elefante en una cacharrería». Así lo hemos denunciado desde el Consejo de Estudiantes de la UPV/EHU.

El 30 de abril el Ministerio anunciaba la creación de una «Comisión de Expertos para la reforma del sistema universitario español». Su justificación, la mala situación del sistema universitario. Para ello aportaba datos de dudosa veracidad, pues eran generalistas, y ocultaba aquellos que demuestran que el sistema no es tan malo como lo pintan. Así se lo han hecho saber muchas personas, y entre otros, la Conferencia de Rectores. Seis meses le ha dado el Gobierno a la Comisión para presentar una propuesta. Un tiempo más que insuficiente, si se quiere analizar todo el sistema universitario. No obstante, el Gobierno español no ha esperado a ese informe para aprobar su reforma, y lo ha hecho a través de un Decreto-Ley. ¿Para qué ha creado una Comisión si ya está tomada una decisión? Solo hay una razón: las conclusiones ya están escritas y la Comisión solamente deberá refrendarlas.

La reforma educativa ha modificado el sistema universitario de arriba a abajo. Desde cómo se regula la creación de universidades y centros hasta cómo deben configurarse sus presupuestos, pasando por el régimen de dedicación del profesorado o el aumento del copago universitario a través de la subida de precios más brutal planteada por un Gobierno. Todo ello sin un análisis riguroso y, sobre todo, sin el más mínimo diálogo. A ello hay que sumarle que el ministro, en su reforma, ni siquiera incluye al órgano colegiado de estudiantes (CEUNE) entre los órganos a consultar. ¿Es este el diálogo que había anunciado el ministro en su comparecencia?

Tras la aprobación de esta reforma educativa, sindicatos, estudiantes y rectores tuvimos la suerte de ser convocados a una reunión. El objetivo: meramente informativo, para explicar las medidas tomadas. Allí acudieron los miembros de la Comisión Permanente del CEUNE a escuchar. La actitud del ministro fue chulesca, demostrando un desconocimiento absoluto de lo que es el sistema universitario. La vicepresidenta segunda del CEUNE entendió que esa actitud ofendía al alumnado universitario y anunció que se levantaba explicando que [le] «están esperando los medios de comunicación y que desde el momento en que nos escuchan más que el ministro, me levanto y me voy».

El Ministerio no tardó mucho y filtraron la información, adjudicando esta actitud a quien no correspondía: a la CREUP (Asociación de Estudiantes Universitarios Estatal). La explicación del Ministerio del motivo de su plante: «Señor ministro, hablar con los medios es más interesante que con usted».

Esta actitud del Ministerio denota gran desconocimiento del sistema universitario. En primer lugar porque acusaron a quien no era y dejaron en evidencia que el ministro no sabe con quién se reúne. Segundo, porque demuestra falta de consideración al no convocar a una reunión a la asociación mayoritaria de estudiantes universitaria del Estado. En tercer lugar, porque un ministro no puede mantener una actitud chulesca con los estudiantes, por muy jóvenes que seamos. El respeto es lo primero, y si se pierde, es lógico que nos plantemos. Y eso es lo que pasó. La vicepresidenta del CEUNE se plantó ante un ministro que pasaba de escuchar las demandas del alumnado. Una actitud que honra a quien la hace, pues a pesar de las críticas que pudieran suponerle, lo hizo creyendo en sus compañeros y compañeras y en su derecho a la educación. Por lo que no me queda más que sumarme y animar a todos a decir: «Ministro, yo también me planto».

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