El acusado de matar al joven donostiarra Asier Lavandera a la salida de la discoteca Mao Mao de Lekunberri en enero de 2010 reconoció ayer los hechos, aunque afirmó que fue la víctima quien le atacó «por la espalda» y que él solo se defendió. «Antes de que llore mi madre, que no puede llorar, que llore la suya», declaró Sergio Ramos de Sousa, que confesó los hechos durante la instrucción.

La Audiencia de Iruñea acogió ayer la primera sesión del juicio contra Ramos, que se enfrenta a una petición fiscal de catorce años y seis meses de prisión por un delito de «homicidio», mientras que la acusación particular reclama 25 años por «asesinato». La defensa de Ramos, por su parte, pide dos años y seis meses de prisión y el internamiento del acusado en un centro educativo especial.

«He sido yo, dije que había sido yo y reconozco que he sido yo. A lo hecho, pecho», afirmó Ramos, que a preguntas de la fiscal relató que la noche de los hechos estuvo bebiendo «de todo», aunque no recuerda exactamente qué. Sin embargo, las pruebas de alcoholemia dieron negativo. Ramos atribuyó esta circunstancia a que le realizaron las pruebas «bien tarde».

Además, añadió que después de que cerraran la discoteca se puso a hablar con una persona y Lavandera le «atacó por la espalda» y le dio «golpes en la cabeza». A continuación, habló de una batalla campal en la que Lavandera, según la versión del acusado, le atacó. «No corrí tras él. Lo hice todo de cara. No tengo necesidad de ir de espaldas, como otros», añadió el acusado.

El padre de Lavandera advirtió «chulería» en la declaración de Ramos de Sousa y reiteró que la familia teme que «vuelva a matar» cuando salga libre.