Ares quita todavía más prestigio a la Ertzaintza
El comportamiento del Consejero de Interior, Rodolfo Ares, en tanto que máximo responsable político de la Ertzaintza, no está prestigiando precisamente la institución. Tras su nefasta actuación en el caso de la muerte del joven Iñigo Cabacas, compareciendo tarde y obligado por las evidencias de que nadie podía ya negar que el joven fue mortalmente herido por un pelotazo a bocajarro, y de su no menos excéntrica defensa de que las graves heridas del gasteiztarra Xuban Nafarrate se debían a una caída, ayer fue más allá al ligar al Ararteko con una campaña de desprestigio a la Ertzaintza. Las críticas del Ararteko al desalojo violento llevado a cabo por los ertzainas, absolutamente incongruente y desproporcionado, en el gaztetxe Kukutza en Rekalde fueron el pretexto para un «contraataque» un tanto patético, de muy débiles argumentos. Si la Ertzaintza necesita de la ayuda de tales «amigos», haría mejor en no buscar fuera el desprestigio ni actuar con la mentalidad del «enemigo». Ares debería saber que una vez perdida la credibilidad, esta es muy difícil de recuperar. La actuación de Ertzaintza en este nuevo tiempo no está a la altura de lo exigible. Kukutza, Cabacas, Nafarrate... no son casos aislados. Retratan unas acciones y una brutalidad que forman parte de la cultura del cuerpo. Y responsables como Ares no aportan mucho a un cambio de modelo policial, sino todo lo contrario.