Imanol Intziarte | Periodista
De himnos, pitos, goles y gatillazos por partida doble
Nunca los prolegómenos de un partido despertaron tanta expectación, o más, que el choque en sí. Lo cierto es que al final fue como esas noches en las que sales de fiesta convencido de que te vas a comer el mundo. Normalmente no te comes nada y al día siguiente te despiertas con un espantoso dolor de cabeza.
La culpa la tuvo el DJ, que pinchó una versión mini del himno español. Una eyaculación precoz en toda regla, que para cuando te pones en faena ya has terminado. Veintisiete segundos, que pareció menos, y ya. Quienes no saben silbar, ni tiempo tuvieron para buscar el pito en el bolsillo. Tanto entrenar para eso, joder.
No obstante, a Televisión Española menos de medio minuto le basta y le sobra para hacer el ridículo. En esta ocasión, en vez de bajar de golpe todos los micrófonos, como hace tres años, sólo bajaron los que apuntaban a la grada. Una forma más sutil de censura, pensaría algún responsable.
Y es que segundos antes de que sonase la primera nota, los insultos a la incendiaria Esperanza Aguirre -que se borró del palco y dejó a su príncipe solo ante el peligro- se escuchaban claramente. Fue arrancar el txunta-txunta y el sonido ambiente desapareció por arte de birlibirloque.
Aunque casi menos que el himno duró el partido. Veinticinco minutos y todo el pescado vendido.