«La fiebre del oro» se lanza a la conquista de las tierras vírgenes del gran Norte de Quebec
La fiebre minera se traslada al Norte de Quebec, una zona casi intacta. Grupos provenientes de Europa, India y China están invirtiendo miles de millones de dólares para extraer hierro, níquel y oro de aquella inmensa región, algo que ha entusiasmado a empresarios y Gobierno y ha preocupado y enfadado a la ciudadanía.
GARA
El primer ministro de Quebec, Jean Charest, puso en marcha hace un año el «Plan Norte» para facilitar la explotación de los recursos energéticos, minerales y forestales. Un plan que pretende reforzar la economía de Quebec y ha despertado el interés de codiciosos empresarios de multinacionales tanto de Europa como de India y China, con inversiones millonarias para llevar a cabo la explotación de las tierras.
La costa norte de San Lorenzo, apodada como la tierra de los gigantes, acoge desde hace un tiempo a un monstruo de acero de color amarillo, la mayor excavadora del mundo, para explotar esos recursos mineros que abundan en este territorio con esa virtud tan cotizada; la virginidad.
La carrera hacia el hierro ha comenzado, impulsada por el alza de los precios del mineral, y en la frontera de Quebec y Labrador, en Fermont, tiene un auge sin precedentes. Las grandes multinacionales han comenzado a explotar la zona con proyectos de largo alcance y estructuras desorbitadas. Las minas, que ya son bastante aparatosas en sí, traerán la construcción de otras estructuras necesarias como por ejemplo el ferrocarril inevitable para el transporte del material recogido o las viviendas móviles para los trabajadores de la mina. Un proyecto enorme para la tierra de los gigantes, que acabará encogiendo ante tanta «grandeza».
Sin embargo, no todo son facilidades. El tiempo corre en contra, ya que se prevé que la mayor demanda se dé durante los próximos años, hasta 2017 y como consecuencia habrá ciertas estructuras que quedarán sin construir.
descontento de la ciudadanía
Pero donde el Gobierno y las multinacionales han visto una oportunidad única, los ciudadanos discrepan. Estos proyectos, que deberían añadir miles de empleos a la economía de la provincia, no han traído la felicidad. En Fermont, los salarios superan los 100.000 dólares por año, cosa que atrae a los trabajadores de todo el mundo y sumerge al territorio en una ida y vuelta desconcertante para los residentes. «Vienen aquí, se llevan el dinero y se van, no hacen vida social en el lugar y no aportan nada económicamente a la ciudad» se lamenta Lynda Tremblay, gerente de una estación local de gas.
El Gobierno garantizó que parte del territorio del Norte sería protegida de la explotación industrial, dentro de un plan que tiene previstos 11 megaproyectos mineros, pero la población está preocupada por el impacto ecológico, social y económico que traerá «la fiebre del oro». Este desarrollo «sin duda causará una lesión grave en el medio ambiente y grandes desequilibrios sociales» asegura Jacques Fortin, profesor de Montreal. Añade también que el Gobierno no ha tenido en cuenta todos los posibles efectos secundarios del «Plan Norte». Aunque las autoridades rechazan estas críticas.
Ante la actitud del Gobierno y la imposición del Plan, una amplia protesta social en torno a las preocupaciones socioambientales que este proyecto suscita ha invadido Quebec en las últimas semanas, no solo en el norte.
El 20 de abril dos importantes manifestaciones consiguieron paralizar la Feria de Empleo del Plan Norte en el Palacio del Congreso de Montreal. La principal convocatoria corrió a manos de la principal coalición de la huelga estudiantil en curso en Quebec, CLASSE, que reunió a más de 1.000 personas frente al Palacio del Congreso, que acabó en enfrentamientos con la Policía, con más de 17 detenidos y varios heridos.
Otra protesta convocada por varios grupos anticoloniales, anticapitalistas, ecologistas y ecoanarquistas se reunió también en Montreal recorriendo sus calles y parando en varios lugares implicados en el saqueo del Gran Norte.
Pese al enfado, los efectos ecológicos, sociologicos y económicos negativos, el Plan avanza a pasos agigantados aplastando todo lo que se cruza en su camino, imponiendo una ciudad del hierro que puede acabar desapareciendo con la mina.