Un debate abierto que no admite limitaciones
La discusión en materia fiscal está abierta. Patxi López buscó ayer presentarse como el mandatario que traerá el cambio, mientras el PNV dijo estar dispuesto a debatir, aunque desde un reconocimiento del actual modelo, «que funciona». La izquierda abertzale, EA y Aralar, a su vez, presentaron un «plan de choque» contra la crisis en Nafarroa donde apuestan por una «profunda reforma fiscal» que asegure la equidad y la redistribución de la riqueza. Hace unos días, las fuerzas soberanistas de izquierda explicaron que una reforma como la acometida en Gipuzkoa aportaría a las arcas públicas 500 millones de euros. El de la fiscalidad es, sin duda, un debate necesario. Pero no debe ser presentado como una simple elección entre dos opciones: bajar los gastos o subir los ingresos. O una mera cuestión de competencias entre Lakua -la mayoría del gasto está en sus manos- y las diputaciones -dueñas de la capacidad regulatoria fiscal-. La necesidad de gobernar con fondos limitados, con una bomba de relojería financiera activada, bajo el dictado de un BCE solo preocupado en mantener baja la deuda y la inflación - y que si no, castiga encareciendo el precio del dinero prestado- requiere un debate más radical.
En clave de país y de futuro. Desde la base de que sin espacio fiscal no hay espacio político para la justicia y el bien común, para crear economías alternativas y nuevas formas de colectividad.