Teresa Aranguren: «Estoy a favor de la justicia, de los palestinos»
La periodista alavesa Teresa Aranguren presentó ayer la reedición de su libro «Palestina. El hilo de la memoria» por la editorial Barataria. Cronista en Oriente Medio y en la Guerra de los Balcanes, piensa que «ser objetivo no es equilibrar la balanza, no es contar todas las versiones. No hay que confundir objetividad con equidistancia; hay que tomar partido».Alvaro HILARIO | BILBO
La Feria del Libro de Bilbo acogió ayer la presentación de la reedición de «Palestina. El hilo de la memoria», un relato enlazado con la memoria del pueblo palestino y la de la periodista Teresa Aranguren.
En 1981, cubrió la invasión israelí del Líbano. Estuvo también en la guerra Irán-Irak. Durante quince años (desde 1989) fue la enviada en Oriente Medio de Telemadrid, cubriendo la guerra del Golfo y el conflicto de los Balcanes.
«Palestina. El hilo de la memoria», fue editado en 2004 y reeditado en 2012 por la editorial bilbaína Barataria. Este libro, con estructura de relato, enlaza las memorias del pueblo palestino y los recuerdos de la propia Teresa Aranguren (Artziniega, 1944): «Estaba en Beirut cuando la invasión israelí de 1982. Salí de la ciudad cuando estaba rodeada por los tanques, cuando dejaba gente que iba a morir. Un amigo palestino me pidió que contara al mundo lo que estaba pasando», rememoró Teresa.
«Es una realidad atroz que sucede, se sabe y no pasa nada. Para hablar del tema hay que documentarse exhaustivamente: soy consciente de la contaminación que existe respecto al tema que no es más que una estrategia del sionismo y occidente para ocultar lo que sucede. Es significativo lo que hoy está pasando con Günther Grass». Teresa es de las que «toma partido hasta mancharse»: «No quiero ocultar que estoy a favor de la justicia, de los palestinos. Ser objetivo no es equilibrar la balanza, no es contar todas las versiones. No hay que confundir objetividad con equidistancia. La búsqueda de la verdad tiene que llevar a que nos posicionemos, a que tomemos partido».
El despojo de Palestina
El libro tiene un gran trabajo de documentación, amén de los recuerdos y experiencias de Teresa Aranguren y las entrevistas que hizo a los ancianos expulsados de su tierra por el Estado sionista en 1948: «Todo está escrito, documentado. Los censos del Imperio Otomano del siglo XIX, los de la ocupación británica hasta 1947; aún así, es increíble la facilidad con la que se han colado tremendas mentiras. De hecho, la más grande es la que dio paso a la colonización y despojo de Palestina: `Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra'».
Estas afirmaciones se hacen presentes ya desde la primera página: cuatro pequeños mapas muestran el despojo constante, el robo de la tierra, que desde 1948, nacimiento del estado sionista de Israel, sufre el pueblo palestino ante la indiferencia de las potencias occidentales.
Ensayo y novela
Junto a la obra de Aranguren, en la Feria del libro de Bilbo también se presentaron ayer los últimos trabajos de Clara Sánchez y José Ovejero. «La ética de la crueldad», obra ganadora del XL Premio Anagrama de ensayo, es obra de José Ovejero (Madrid, 1958) y su segunda irrupción en el género. «Después de leer `La comedia salvaje', me invitaron de una universidad estadounidense para hablar de lo excesivo en la literatura», explicó ayer Ovejero. «Yo elegí la crueldad: de ahí este libro».
Este es una reflexión sobre la crueldad en el arte. A juicio del autor, la crueldad acostumbra a tener dos funciones en el mundo de la literatura y las artes: la de entretener y la moralizante. «No me interesan esas dos funciones, si no la crueldad ética: esta se usa cuando los escritores, por ejemplo, quieren cambiar algo; hay libros muy duros -como los de Onetti- que son una agresión al lector para que este reflexione y se derrumben las falsas verdades o morales impuestas en las que cree», dijo Ovejero. «La crueldad de la literatura no es necesariamente pesimista».
Clara Sánchez (Madrid, 1955) vino con «Entra en mi vida» (Planeta). El libro, de 475 páginas, se compone de reflexiones e inquietudes sobre un tema de máxima actualidad como es el de los niños robados. Es el relato de dos niñas, Verónica y Laura, cuya historia va conociéndose al mismo ritmo en el que ellas crecen en una vida que no es la suya. «Es una historia sobre lo irreal que hay en la realidad; sobre el resquebrajamiento de la confianza y la traición; sobre el amor que nace de la esperanza; la esperanza por un estado mejor de las cosas».
Teresa Aranguren tomó el «compromiso interior» de escribir este libro hace mucho tiempo, hace treinta años: cuando los tanques sionistas rodeaban Beirut, en 1982.
«Si la gente leyera más, si leyera cualquiera de los cincuenta libros rumanos traducidos al castellano y presentes en el mercado del Estado español, no hubiese ido gente a Budapest para ver la Final», dijo divertido el novelista rumano Florín Lazarescu.
Lazarescu compareció en la Feria del Libro junto a sus colegas Dan Lungu y Sorin Ghergut, todos acompañados por una representante del Instituto Cultural Rumano. El Instituto se encarga de difundir la literatura de este país mediante subvenciones a las traducciones o las presentaciones públicas de libros y autores fuera de sus fronteras.
Lazarescu se declaró «contento de su trabajo» y de pertenecer a «una literatura que cada vez tiene más peso en Europa».
Dan Lungu, como Lazarescu, también trabaja la ficción aunque teñida de la reciente historia de Rumanía. Sus novelas «El paraíso de las gallinas» y «¡Soy un vejestorio comunista!», ambientadas en la época post Ceaucescu, hablan de las dictaduras y como estas «manejan y cambian las mentalidades hasta el punto que se tenga nostalgia de ellas». Temas serios que no están exentos de un tratamiento con gotas de buen humor.
Sorin Ghergut, el único poeta ayer, dijo estar «divertido» por ser considerado un joven literato rumano aun a pesar de estar frisando los 40. Señaló que en el terreno de las traducciones «la poesía es el pariente pobre pero digno». A continuación, expresó su satisfacción porque sea la bilbaína Marian Ochoa quien se ocupe de la traducción de su obra: «Es todo un honor que sea Marian Ochoa, la misma que ha traducido al castellano al gran Mircea Cartarescu».
Como decíamos, la literatura rumana va ocupando espacio en la industria editorial del Estado español, siendo 50 las obras de ficción presentes en su mercado. A. H.