«La austeridad debe ser reemplazada por planes de crecimiento»
Sharan Burrow explica a GARA que, con la crisis, los empresarios subcontratan y ofrecen más trabajos precarios. A su juicio, se están aprovechando de ella con el consentimiento de los gobiernos, que adoptan la austeridad como elemento central de sus políticas y así «no saldremos de la crisis», afirma.
Juanjo BASTERRA | BILBO
Con la crisis económica en pleno apogeo, gobiernos y empresarios han reforzado la represión en todas las partes del mundo. Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), con sede en Bruselas y que cuenta con 175 millones trabajadores afiliados a lo largo de todo el mundo, denuncia que la mayoría de los gobiernos «ha optado por favorecer las medidas de austeridad en lugar de estimular el crecimiento y el empleo».
¿Con la persistente crisis económica, las violaciones de los derechos laborales, de la salud y de la vida en el mundo del trabajo aumentan o no tiene nada que ver?
Los trabajadores tienen más miedo a defender sus derechos. La situación actual se lo ha puesto más difícil a causa de la reacción de los empleadores a la crisis, como la creación de muchos contratos de corta duración, recurso abusivo a la subcontratación a través de agencias. Es decir, que cada vez hay más trabajadores que se encuentran en lo que denominamos «empleo precario», en lugar de tener un empleo estable, y que viven con el miedo constante de perder su trabajo, de que no les renueven el contrato, si es que lo tienen para poder empezar en el mundo laboral.
¿También se notan esos recortes en la salud laboral?
Están reduciendo también lo que consideran «gastos extras», como por ejemplo una protección adecuada de la salud y seguridad de los trabajadores, la falta de la cual ha originado numerosas protestas. Asimismo, debido a este clima de miedo, lo que estamos viendo es una reducción frecuente de la actividad colectiva por parte de los trabajadores. Las grandes cifras globales con relación a las muertes, detenciones y encarcelamientos, aunque siguen siendo tremendamente elevadas e inaceptables, en realidad no son más altas que en años anteriores, sin contar las relativas a la participación de trabajadores y sindicalistas en las protestas de la Primavera Árabe. Encubre el deterioro constante de los derechos sindicales de los trabajadores al nivel más básico.
¿Qué tres conclusiones más directas se pueden obtener del informe anual de esta edición?
Que la mano de obra subcontratada está aumentando, lo que implica mayores dificultades de los trabajadores a la hora de defender sus derechos. La impunidad sigue siendo un grave problema. La violencia contra los trabajadores persiste en muchos países, con la tolerancia e incluso la participación de las autoridades. Y que los grupos más vulnerables son los trabajadores y trabajadoras migrantes, las trabajadoras del hogar y los trabajadores y trabajadoras de las zonas francas industriales, en especial las mujeres. Hoy día podemos añadir a esta lista también a los trabajadores subcontratados.
¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI todavía haya países del grupo de los desarrollados que recortan derechos sindicales, derechos laborales, etc ?
Los grandes negocios son más importantes para muchos gobiernos que los derechos de los trabajadores y los derechos sindicales. La presión empresarial es muy poderosa, y la mano de obra se percibe más que nada como una materia prima, como un costo, más que como un grupo de personas que contribuyen al proceso de la producción y al desarrollo. Hace falta un cambio radical de cultura. La CSI lleva mucho tiempo reivindicando una dimensión social en el modelo económico; y que, en la actual crisis económica, la austeridad sea reemplazada por un plan de crecimiento centrado en el empleo, que incluya empleo decente y protección social adecuada para los trabajadores.
Está claro que la actividad sindical, por el número de fallecidos que provoca cada año, no gusta a los gobiernos y a sus sicarios. ¿Se terminará alguna vez con tanta muerte de sindicalistas?
Desde luego que la CSI así lo espera, y seguirá presionando para conseguirlo. Los asesinos no siempre son contratados por los gobiernos; a veces, son contratados por los empleadores, pero los gobiernos lo toleran. Y los propios gobiernos son en última instancia responsables del nivel de violencia policial desplegada contra los trabajadores y trabajadoras que se atreven a protestar por la supresión de sus derechos.
Se trata, en gran medida, de una cuestión de voluntad política. Pero no sólo eso. En Colombia, por ejemplo, nada menos que 184 personas fueron asesinadas en 2001 debido a sus actividades sindicales -de lo cual se dio parte en la edición del Informe Anual de 2002-. Al año siguiente esta cifra se redujo a la mitad. El gobierno respondió a las consiguientes protestas internacionales -así como a la presión que se ejerció sobre él en la Conferencia Internacional del Trabajo-, pero no fue más allá de un cierto punto. También tiene miedo de las guerrillas. Aquí y en todas partes los gobiernos están demostrando un desprecio hacia sus propios ciudadanos, puesto que no les protegen. Los países en los que los sindicalistas se enfrentan a la violencia y a la muerte son países en los que apenas existe respeto por las libertades civiles en general.
¿Los trabajadores van a tener que seguir sufriendo estas situaciones de desventaja? ¿Por qué los empresarios siguen utilizando esos métodos de recorte, de coacción, etc.? ¿Sólo les interesan los beneficios económicos?
Sí, con frecuencia a los empleadores lo único que les interesa es el beneficio económico. Es una perspectiva a muy corto plazo. Hacen lo que hacen porque pueden salirse con la suya, y por la falta de una buena legislación. Los empleadores que quieren hacer lo correcto se ven socavados por empleadores sin escrúpulos. Como dije antes, se requiere un cambio de cultura. La CSI, sus afiliadas nacionales y las Federaciones Sindicales Internacionales, estamos haciendo una intensa campaña a nivel mundial por un cambio en la cultura imperante y en el modelo económico impulsado por la austeridad con el que nos encontramos ahora.
«Los gobiernos están demostrando un desprecio hacia sus propios ciudadanos, puesto que no les protegen»