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Josean Olabe se mete en la piel de los donostiarras de 1813

La novela gráfica histórica «La gloria impune. San Sebastián 1813», de Josean Olabe, denuncia en sus paisajes de acuarela «la salvajada» que tuvo que soportar la ciudadanía hace casi 200 años, especialmente las mujeres. El cómic, al igual que el autor, es puramente antimilitar.
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Maider IANTZI | DONOSTIA

«Alguien es apuñalado y robado: ¿quién ha sido? ¡Busquemos al asesino! Si esto mismo sucede en tiempos de guerra: Es la guerra... Qué le vamos a hacer... Es la guerra... Balsámica expresión». Así comienza la primera novela gráfica de Josean Olabe, «La gloria impune. San Sebastián 1813». Según describió el autor, es un relato dramático, como la guerra, que invita a la reflexión crítica sobre el sufrimiento y la injusticia que tuvieron que padecer los donostiarras hace casi 200 años. Las tropas aliadas (británicos y portugueses) mantuvieron la ciudad sitiada a lo largo del verano de 1813, hasta que el 31 de agosto consiguieron vencer la resistencia de los franceses. Los combates fueron sustituidos por una despiadada agresión contra la ciudadanía por parte de los asaltantes (supuestos libertadores), que culminó con la quema de Donostia.

Este apasionado de la pintura y la historia, que abandonó su profesión de técnico electrónico para dedicar más tiempo a sus aficiones, quiere hacer a través de este cómic una denuncia «de esta salvajada silenciada durante mucho tiempo». Se mete en la piel de estas personas de a pie, que fueron los que recibieron la peor parte de la guerra. Olabe, que es el escritor, editor y distruidor de esta obra y ha hecho una gran labor de documentación, sabe que es difícil coocer toda la verdad, pero tiene claro, al menos, que se han dicho muchas mentiras.

A medida que se va acercando el 200 aniversario de la quema de la ciudad, la atención de la gente va en aumento, pero este donostiarra nacido en 1967 recordó que no le contaron nada de esta historia en la escuela, como tampoco le contaron a sus padres y a sus abuelos. La novela gráfica tiene tres partes: la entradilla y las viñetas del cómic; los datos históricos que ha recabado en su investigación; y, para terminar, una reflexión más profunda.

La precisión de las imágenes

En el aspecto artístico, cabe destacar la precisión, el color y la belleza de las imágenes. Al pintor le parecía importante que tuvieran gancho, que fuesen creíbles y que correspondiesen a la realidad de 1813. En lo que se refiere al aspecto histórico, el relato empieza en 1812 con unos personajes ficticios con los que el lector puede verse reflejado. Luego, entra en escena un soldado francés que narra sus vivencias. El cómic no acaba con la quema, sino que continúa un poco más para contar cómo sobrevivió la población que quedó tan maltrecha.

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