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La derecha rumana afronta un duro castigo en las municipales por los recortes

GARA | BUCAREST

El resultado de las elecciones municipales de mañana en Rumanía se perfila como un duro castigo a las políticas de austeridad aplicadas en los últimos años por el derechista Partido Democrático Liberal (PDL), apartado del Gobierno hace un mes por una moción de censura.

Según los últimos sondeos, los candidatos del PDL perderán en Bucarest y en la mayoría de las grandes ciudades, como Brasov, Constanta, Craivoa, Galati o Timisoara. Se espera que los barones locales mantengan sus feudos pese a algunas ajustadas batallas, como la que se prevé en Cluj, ciudad de Transilvania.

Muchos analistas consideran que estos comicios, a los que están convocados unos 18 millones de electores, serán una prueba del nuevo equilibrio del poder político y un ensayo de las legislativas de otoño, tras las que la alianza política gubernamental Unión Social Liberal (USL), formada por los socialdemócratas del PSD, los liberales de PNL y los conservadores, espera seguir en el Gobierno.

Se anuncian también como un test a la bajísima popularidad del presidente del país, Traian Basescu, cercano a esa formación. Basescu y los gobiernos del PDL han aplicado duras medidas de austeridad, entre ellas la reducción del 25% de los salarios en el sector público, dentro del acuerdo crediticio alcanzado con el FMI.

El primer ministro, Victor Ponta, líder del PSD, aseguró que «vamos a ganar las elecciones locales antes de ganar las elecciones legislativas dentro de seis meses y de obtener la mayoría absoluta en el Parlamento».

Sin embargo, el sistema de votación en estas elecciones -voto uninominal a una vuelta- consolidará la posición de los vencedores, sin alterar necesariamente el mapa político actual, aseguró el sociólogo Mircea Kivu.

Sin embargo, la campaña no ha suscitado gran entusiasmo entre los rumanos, enfrentados en su día a día a grandes dificultades económicas en el segundo país más pobre de la UE y los más desconfiados de Europa respecto a su clase política.

Por eso, para tratar de ganarse a los votantes, sobre todo en las zonas más pobres, algunos candidatos han recurrido a «pequelas atenciones electorales» populistas con la esperanza de que unos pocos litros de aceite o de vitamina C puedan inclinar las preferencias de los electores.

Pero la tradicional bolsa de provisiones que distribuyen los equipos de determinados candidatos ha empezado a ser sustituida por otras «atenciones» más sutiles, como es el sorteo, ligado al voto, de dos parcelas de 500 metros cuadrados en una zona residencial.

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