Tharir «retomará la antorcha de la revuelta» en caso de fraude electoral
Las elecciones presidenciales han sido escenario de una lucha a vida o muerte entre los islamistas, a los que el Ejército acaba de hurtar su mayoría aplastante en el Parlamento, y el viejo régimen, que aspira a dar el tiro de gracia a la incipiente revolución egipcia. Los jóvenes que abanderaron las protestas hace año y medio advierten que están dispuestos a retomar la antorcha de la lucha si los militares insisten en mantenerse el control sobre el proceso político.
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Los egipcios votaron ayer en el segundo día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, un duelo cerrado entre los islamistas y el Ejército.
«Llega el momento de la verdad», titulaba el diario gubernamental «Al.Gomhouria» para resumir la pugna entre el candidato oficial de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, y el ex primer ministro de Hosni Mubarak y militar Ahmad Shafiq.
«Shafiq es el hombre que conviene en estos momentos al país. Necesitamos tranquilidad y estabilidad», aseguraba Osmane, un funcionario (del antiguo régimen) de 55 años.
«Estamos dispuestos a retomar la antorcha de la revolución», advertía desde la emblemática Plaza Tahrir Marwan Adel, un profesor de 30 años indignado por los últimos movimientos del Ejército para perpetuarse en el poder.
Y es que la disolución oficial del Parlamento, formalizada nada más abrirse las urnas, ha enervado aún más los ya caldeados ánimos. Y no sólo entre sus primeros damnificados, los islamistas, que disponían de mayoría absoluta en la Cámara.
Marwan Adel, concentrado en la Plaza Tharir, confesó que haboicoteado las presidenciales «entre dos candidatos alejados de los ideales revolucionarios» pero tanto él como sus compañeros cargan las tintas sobre el Ejército y Shafiq. «Mi mensaje a (el mariscal Hussein) Tantawi es el siguiente: podrá usted usar todos los subterfugios para mantenerse en el poder, pero ándese con cuidado, los jóvenes revolucionarios siguen ahí y están dispuestos a retomar la bandera de la revuelta».
Por los mártires
Magdy, de 35 años, aspira a mantener vivo el recuerdo de Jaled Said, un joven de Alejandría muerto por la represión policial en junio de 2010 y convertido en icono de la revuelta.
«Mientras la llama de Jaled siga viva, ni el Ejército ni Shafiq podrán enterrar la revolución», promete, para denunciar el intento por parte de los militares de confiscar los aún esperados frutos de aquella revuelta.
El candidato de los Hermanos Musulmanes, un ingeniero de 60 años, ha tratado en las últimas semanas de limar su perfil islamista para presentarse como el último recurso de los partidarios de la revolución contra el retorno, ya descarado, del antiguo régimen.
Shafiq, excomandante en jefe del Ejército del Aire, centró toda su campaña en la estabilidad, ansiada por muchos egipcios tras un año de transición política caótica. Cuenta con el apoyo de buena parte de la minoría cristiana copta (10%), que recela de una islamización de Egipto.
Pero, sobre todo, cuenta con el apoyo del viejo pero aún vigente aparato del poder, en el que se engarzan los militares. De ahí al pucherazo, un paso.
El poder legislativo y las finanzas públicas seguirán en manos de los militares tras las presidenciales, según confirmó ayer el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -en el poder desde la caída de Hosni Moubarak en febrero de 2011- a través de una declaración constitucional complementaria. Una fuente castrense señaló ayer que los detalles del texto se darán a conocer hoy en una rueda de prensa.
La cúpula castrense retomó el poder legislativo tras la disolución de la Cámara Baja del Parlamento, debido a irregularidades en su composición, de acuerdo al fallo emitido el jueves pasado por el Tribunal Constitucional.
Según han filtrado los medios egipcios, el anexo constitucional dará al presidente el poder de designar al jefe de Gobierno, a los ministros y a los altos funcionarios y diplomáticos, entre otros.
El nuevo mandatario también podrá convocar elecciones legislativas y promulgar leyes o rechazarlas, como ya estipulaba la Constitución de 1971, suspendida tras la revolución del 2011.
También está previsto, de acuerdo a una fuente militar citada por el diario «Al Ahram», que en esta declaración la Junta Militar se reserve el derecho a controlar su presupuesto, uno de los temas que ha levantado más polémica en los últimos meses. GARA