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El debate sobre la nueva ley del aborto divide a la sociedad turca

El Gobierno islamista del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, pretende modificar la ley vigente desde 1983 que permite interrumpir el embarazo antes de la décima semana. Los partidos laicos y asociaciones feministas han salido a la calle para defender un derecho recogido en la Constitución turca.

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David Meseguer | Ankara

El aborto es un derecho, Roboski una masacre», es la respuesta que miles de mujeres han proferido en la calle al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien días atrás había comparado la interrupción forzada del embarazo con la matanza de 34 civiles kurdos por parte del Ejército turco en diciembre de 2011 en la villa de Roboski al ser presuntamente confundidos con guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

Como viene sucediendo cada fin de semana desde que se desató este debate nacional, los principales partidos laicos y asociaciones feministas han salido a la calle de las principales ciudades turcas para demostrar su rechazo a la derogación de un derecho recogido en la Constitución turca desde 1983. Presente en la manifestación de Ankara que acogió alrededor de 5.000 mujeres, la diputada del pro-kurdo Partido Paz y Democracia (BDP), Emine Ayna, defendió que «son las mujeres quienes deben debatir esta cuestión porque solo ellas pueden decidir sobre su propio cuerpo».

«El aborto legal no mata, pero sí el que se prohíbe» o «El Estado debe callarse, las mujeres deben hablar», son algunos de los mensajes que podían leerse en las pancartas que encabezaban la manifestación de Ankara.

Debate nacional

La actual ley que regula el aborto en Turquía fue aprobada en 1983 y permite interrumpir el embarazo hasta las diez semanas de gestación siempre que se cuente con un documento que acredite el consentimiento conyugal. Según un estudio de 2011 de Naciones Unidas, Turquía tiene una tasa de aborto del 14,8%, inferior a países como Estados Unidos que cuenta con una tasa del 18,9%. La intención del Ejecutivo del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, es derogar este decreto y redactar una nueva ley que prohíba el aborto, o bien reducir el tiempo de gestación para poder abortar y situarlo alrededor de las cinco semanas.

A pesar de que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) contó con cerca del 50% de los votos en las últimas elecciones generales, una encuesta publicada por el diario «Haberturk» indica que el 55,5% de los turcos se muestran contrarios a la prohibición de el aborto. Para poder aprobar un proyecto de ley en el Parlamento turco es necesario obtener como mínimo 367 de los 550 escaños que componen la Cámara, cifra con la que actualmente no cuenta el partido islamista, que tiene 326 diputados.

Durante las tres décadas de vigencia de la ley no se había generado ningún tipo de debate ni controversia en torno al aborto. Tampoco durante las dos primeras legislaturas del AKP la cuestión había llegado a la Gran Asamblea Turca. Este debate nacional surge en este momento por la presión que los líderes religiosos del estado otomano están haciendo al partido islamista moderado que preside el Gobierno y por la preocupación generada por el leve descenso de la tasa natalidad.

Peligro de un mercado negro

Erdogan está tratando de limitar no solo el aborto sino también los nacimientos por cesárea. Según el ministerio de Salud turco, durante 2011 más del 45% de los nacimientos fueron por cesárea, una cifra demasiado elevada teniendo en cuenta la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud. Los expertos advierten de que el acceso restringido no disminuirá la tasa de aborto y podría suponer la creación de un mercado negro que amenace la salud materna y afecte negativamente a las mujeres más pobres que no podrán pagarse un aborto en el extranjero.

 
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