Xabier Silveira I Bertsolari
¿Asturias o trabajas?
Lo que este mes nos han demostrado y enseñado los mineros, esa fuerza en la razón y ese amor en la lucha, eso sí es preludio y por ello comienzo de un cambio de rumbo hacia un mundo nuevo, un mundo mejor
Tú sabes que al minero si no le pinchan nunca es guerrero. Tú sabes que gritamos porque estamos cansados de ser pequeños, de que inventen batallas los viejos perros que anteayer se pusieron collares nuevos».
Nunca me imaginé a mí mismo tomando prestada una canción de Víctor Manuel. De tan atrevida, descarada, la ignorancia me ha tenido años pensando que los progres de la escena hispana eran Sabina y Serrat. Pero así está el mundo, mientras ellos dos apretaban un poco más las cuerdas de la guitarra israelí en cuello palestino, se cumplían treinta días de encierro subterráneo en un pozu de Santa Cruz, en el País Leonés. Siete personas -una octava tuvo que salir con fuerte bronquitis al hospital-, a tres kilómetros y medio bajo tierra, se encerraron en el mismísimo infierno. Sobre ellos, sobre su tierra, para acompañar su lucha, prendió el orgullo en unas gentes pisoteadas, explotadas y ninguneadas durante siglos, dejando la dignidad encendida en las cuencas mineras de Asturies y León.
Saltan las alarmas en Madrid, a estos no les pueden legalizar el partido y que dejen de quejarse. Envían a los sicarios de uniforme con armas pagadas por el contribuyente, entrenados en Nafarroa o Vascongadas muchos de ellos seguramente, rojigualda la solapa y aliento de perros, y hacen lo único que les han enseñado a hacer: disparar a matar a quien reclama el derecho a vivir dignamente. Pero esta vez, una más, como durante tantos años les a ocurrido en Euskal Herria, se dieron de bruces con la cruda realidad de que quien necesita de las armas para imponer su legalidad viene sembrado casi quinientos años atrás. Se encontraron con que quien les hacía frente no tenía más que perder que no fuera un ojo por impacto de pelota de goma. Los habían machacado de tal modo que ya solo les quedaban orgullo y dignidad. Y en esta situación no se escatima en derroches, «Nosotros no somos el 15-M, no somos pacifistas, hemos venido a por todo; no tenemos miedo, somos mineros».
Sea por que el Guaje no está en la Eurocopa, sea porque Fernando Alonso no se come una rosca, el circo que ofrece España a falta de pan no ha bastado para que la cordillera cantábrica -«kantabriako partia», que diría Txirrita- continuara adormilada dejándose esclavizar como el resto de la península. La supuesta Spanish Revolution del 15-M dejó claro que las palabras revolución y España solo podrían ir unidas en la siguiente oración: España se desintegró tras la revolución de los pueblos que la conformaron. Y a los videos de Youtube me remito. ¿Revolución? ¡Hay que joderse, tía Paca!
Lo que este mes nos han demostrado y enseñado los mineros, esa fuerza en la razón y ese amor en la lucha, eso sí es preludio y por ello comienzo de un cambio de rumbo hacia un mundo nuevo, un mundo mejor. Su valentía desde la humildad, semejante cúmulo de solidaridad, ese no tragar ante tamaña injusticia y darlo todo por hacerse respetar como seres humanos es el único camino que hay para cambiar el status quo que nos ahoga y que desde Gijón hasta Algeciras, desde Cap de Creus hasta Fisterra, lleva por nombre España.