El secretario general adjunto de la Liga, Ahmed Ben Helli, instó ayer a Rusia a dejar de vender armas a Damasco y aseguro que se necesitará aprobar sanciones contra el presidente sirio, Bashar Al Assad y los grupos rebeldes para conseguir que acepten un plan de paz.

Ben Helli, que fue recibido por el ministro ruso de Asuntos Exteriores, insistió en que «cuando suministráis material militar, ayudáis a matar a la gente». Las declaraciones se producen cuando Occidente aumenta la presión sobre Rusia para que deje de vender armas a Siria.

En los últimos días, la atención se ha dirigido a un carguero ruso que supuestamente transportaba helicópteros de fabricación soviética a Siria, y cuyo seguro fue anulado cuando se encontraba en Gran Bretaña.

El portavoz de la diplomacia rusa, Alexander Lukachevich confirmó que transporta helicópteros sirios que han sido reparados en Rusia y anunció que volverá para cambiar su pabellón por uno ruso y concluir su transporte.

Deserta un piloto

Por otro lado, un piloto de caza sirio, el coronel Hassan Merhi al-Hamade, desertó y aterrizó en una base aérea de Jordania, con un Mig-21. Demandó asilo político, que Amán se lo concedió a las pocas horas, mostrando así su respaldo a la rebelión.

«El piloto está considerado un desertor y un traidor a la nación y a su honor militar. Será sancionado en virtud de las reglas militares en vigor», afirmó el Gobierno sirio, que demandó a las autoridades jordanas la devolución del avión.

Por otro lado, según la oposición, al menos 120 personas murieron ayer como consecuencia de la represión o los combates, en una de las jornadas más sangrientas desde que se aprobó un alto el fuego que en realidad nunca entró en vigor. De ellas, 66 eran civiles. Localidades de las provincias de Homs, Deraa, Duma, Alepo o Deir Zoor fueron escenario de bombardeos y combates.