La prematura eliminación de Inglaterra, que no sorprende pero sí merece un análisis, y de Francia, una de las grandes decepciones tanto en el fondo como en la forma, ha deparado los principales titulares de la fase de cuartos de final de la Eurocopa.

Los ingleses volvieron a sufrir su particular maldición en la tanda de penaltis, cayendo eliminados en los lanzamientos desde los once metros por sexta vez en los ocho últimos grandes campeonatos que ha disputado: los Mundiales de Italia'90, Francia'98 y Alemania'06, y las Eurocopas de Inglaterra'96, Bélgica y Holanda`04 y Polonia y Ucrania'12. Una maldición que ha dejado a los pross sin poder levantar ningún trofeo desde aquel Mundial que ganaron ante sus paisanos en 1966.

Es justo reconocer que ni las lesiones -Lampard, Wilshere y Cahill podrían haber dado otro aire al equipo-, ni los problemas extradeportivos que se han sucedido en el último año de preparación -con un cambio de seleccionador a cuatro meses de la gran cita- ayudan a cumplir los objetivos. No obstante, sus malos resultados -especialmente en las Eurocopas, donde nunca ha llegado ni siquiera a disputar una final- deberían hacer reflexionar a un país que ha visto a sus equipos ganar varios entorchados continentales durante los últimos años en las competiciones de clubes.

Aunque el Manchester United fuera la punta de lanza, el propio Chelsea acaba de ganar este año la Champions, como hiciera el Liverpool en 2005, y el Arsenal también ha hecho acto de aparición en la final de la Copa de Europa no hace tanto tiempo (2006). El contraste entre una Liga muy potente y una selección muy pobre, que recuerda en cierta medida a lo que sucedía reiteradamente en el Estado español hasta la llegada de los «jugones» del Barça.

También llama la atención la ausencia total de autocrítica en las declaraciones de jugadores y entrenador. «Los italianos han realizado un gran fútbol. Estamos frustrados ahora pero esperanzados con el futuro. Simplemente no estábamos destinados a la clasificación. Es una manera cruel para salir del torneo. Podemos estar orgullosos de llegar hasta aquí», manifestaba Theo Walcott tras un partido en el que la selección italiana fue netamente superior.

El seleccionador Roy Hodgson también se mostró bastante complacido en la rueda de prensa que dio antes de abandonar el hotel de concentración. «Es como entrenar un golpe en el último hoyo del US Open. ¿Te puedes preparar para algo así? Hicimos todo lo que se puede hacer desde el punto de vista profesional, pero cuando Andrea Pirlo lanza ese penalti a lo Panenka con esa confianza...», se lamentó, tras afirmar que la mayor posesión de Italia no tuvo importancia porque no la tuvo «en el último tercio de campo».

Los problemas crecen

Más ilusiones había creado la nueva Francia de Laurent Blanc, no tanto por los resultados -se clasificó para la Euro con bastantes apuros y con solo un punto de ventaja sobre Bosnia-, sino por la aparente comunión que había logrado en el vestuario, con la presencia de varios jóvenes de talento al mando.

Finalmente, la selección gala no solo defraudó sobre el campo, con un pésimo partido ante Suecia y otra discreta actuación ante España, sino que también se han reavivado los fantasmas del Mundial de Sudáfrica -con motín contra el seleccionador y amenaza de huelga incluida-, que parecían ya olvidados.

Los graves insultos de Samir Nasri a un periodista de la agencia France Press, las discusiones de ese mismo jugador con algunos compañeros o el enfrentamiento de Ben Arfa con Blanc, dejan muy tocado un combinado bleu que deberá buscar una solución antes de que sea tarde.