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Inquietud en Israel ante la elección del islamista Morsi como presidente de Egipto

Israel manifestó ayer su inquietud porque el presidente electo de Egipto, el islamista Mohamed Morsi, pueda replantearse los acuerdos de paz de Camp David, firmados por ambos países en 1978, y, sobre todo por la degradación de la situación en la frontera común. El deseo expresado por Morsi, que ya delinea un equipo de Gobierno con la presencia de todos los grupos políticos y rechaza la limitación de sus poderes, de mejorar las relaciones con Irán tampoco tranquiliza a Tel Aviv.

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Israel expresó ayer su preocupación por la elección del islamista Mohamed Morsi como presidente de Egipto, pero sigue apostando por mantener el tratado de paz firmado en 1978 con el país más poblado del mundo árabe y que permitió a Israel reprimir con más facilidad a los palestinos e iniciar guerras de agresión contra Líbano y Siria, en el norte, al tener garantizada la tranquilidad en el frente sur.

«Israel cuenta con proseguir su cooperación con el Gobierno egipcio sobre la base del Acuerdo de Paz, que responde a los intereses mutuos de los dos pueblos y contribuye a la estabilidad regional», señaló el primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu.

Nada más conocer su victoria, Morsi prometió respetar los tratados internacionales, sin más precisiones, pero horas antes, en unas declaraciones atribuidas a él por la agencia iraní Fars declaró que Egipto iba a «revisar los acuerdos de Camp David» que establecieron la paz entre Egipto e Israel. Horas después, y ante la polémica suscitada por esas palabras, la Presidencia egipcia negó que Morsi hubiera concedido una entrevista a Fars.

Tres días antes de las elecciones, la Junta Militar aseguró a Israel que el Ejército garantizará las actuales relaciones bilaterales, incluyendo los acuerdos de Camp David.

Aunque muchos egipcios no estaban de acuerdo con ese tratado, el régimen de Hosni Mubarak lo mantuvo con firmeza; pero cada vez más egipcios piden su anulación, pues la ciudadanía egipcia ha reiterado su apoyo al pueblo palestino y ha rechazado la judaización de Jerusalén Este y los Hermanos Musulmanes son una organización muy crítica con Israel.

Sin embargo, un alto responsable israelí manifestó a AFP desde el anonimato que «la victoria islamista no tranquiliza a Israel», aunque espera una «actitud pragmática» por parte de Egipto. «Israel y Egipto están sometidos a los mismos imperativos: la seguridad en su frontera de 140 kilómetros, la solución negociada al conflicto israelo-palestino y los intereses económicos», añadió.

«Ahora hay un hombre que dirige Egipto que no ha escondido jamás su hostilidad ante Israel», indicó a la radio pública el diputado laboralista Binyamin Ben Eliezer, exministro de Defensa y cercano al derrocado presidente Hosni Mubarak. «Debemos buscar el diálogo con los islamistas y, al mismo tiempo, prepararnos para la guerra», señaló.

Un responsable israelí citado por el diario «Haaretz» afirmó, no obstante, que Tel Aviv cree que Morsi considera «más importante para Egipto reactivar su frágil economía que modificar los vínculos bilaterales» con Israel, en alusión a la ayuda anual de 1.500 millones de dólares que El Cairo recibe de Washington, garante del tratado de paz.

Relaciones con Irán

La inquietud de Israel se acentuó más tras el anuncio de Morsi, también según Fars, de «restablecer unas relaciones normales con Irán basadas en intereses comunes y ampliar las áreas de coordinación política y cooperación económica» con el fin de crear un «equilibrio» estratégico en la región. Ambos países, dos de los más influyentes en Oriente Medio, no mantienen relaciones oficiales desde 1980, aunque tras la caída de Mubarak han cambiado sus posturas.

El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, indicó en un comunicado «las oportunidades y desafíos» que representa para Israel la nueva situación y aseguró que su país asumirá su «responsabilidad de contribuir a la estabilidad, tranquilidad y paz en la región».

Mientras tanto, en Egipto, el nuevo presidente rechazó la posibilidad de convalidar la decisión de la Junta Militar de restringir las atribuciones del poder ejecutivo y anunció que formará «un consejo revolucionario en el ámbito de la coalición de Gobierno con la presencia de todos los grupos políti- cos». En su primer discurso prometió ser el presidente de «todos los egipcios» y apeló a la «unidad nacional» e insistió en que no habrá distinciones entre «musulmanes y cristianos, hombres y mujeres», ya que «todos son iguales ante la ley».

Está previsto que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, al que Mubarak entregó el poder al ser derrocado, entregue las riendas del país a Morsi, que es el primer presidente civil del país desde la caída de la monarquía en 1952, a finales de junio.

El mandatario, que nada más conocer su triunfo dejó los Hermanos Musulmanes y su Partido Libertad y Justicia y se comprometió a proteger a las Fuerzas Armadas, jurará su cargo ante el Tribunal Constitucional, pese a su intención inicial de hacerlo solo ante el Parlamento, disuelto por una orden de esa Corte.

dimisión

El Gobierno egipcio, encabezado por el primer ministro, Kamal Ganzuri, presentó ayer su dimisión ante la Junta Militar, pero seguirá en funciones hasta que un nuevo Ejecutivo sea nombrado por el presidente electo, Mohamed Morsi.

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