«Kanpai ixila»: una reflexión de Koldobika Jauregi sobre la violencia de las guerras
Veintiseis cuadros pequeños de acero forman la exposición que abre hoy la galería de Donostia Ekain Arte Lanak y que se titula «Kanpai ixila». Dibujando directamente sobre el acero símbolos como escaleras, chacras o puntos de energía, o perforando acero con una pistola, Koldobika Jauregi ha plasmado su reflexión sobre la muerte y el aniversario del bombardeo de Gernika. Ha añadido al negro y al óxido de los cuadros la luminosidad del oro y el blanco de la cal.
Maider IANTZI | DONOSTIA
El título de la nueva exposición de Koldobika Jauregi en la galería donostiarra Ekain Arte Lanak, «Kanpai ixila», hace referencia a la campana callada o acallada cuando justo está concebida para tocar. Una gran paradoja. El artista de Alkiza explicó a los periodistas reunidos en la muestra que partiendo de esa idea le fueron saliendo más, en relación con la muerte -tal como admitió, con la edad la va viendo más cerca, asimilando y comprendiendo-, y también con el 75 aniversario del bombardeo de Gernika por parte de los fascistas. La violencia de las guerras que, como constata el autor, se sigue repitiendo.
Para expresar sus ideas utiliza símbolos como escaleras, chacras o puntos de energía, dibujados directamente sobre el acero. En los cuadros, también se pueden apreciar perforaciones (agujeros) realizadas con una pistola de plasma. Le gusta dibujar sobre este metal e ir restando, siguiendo la idea de la escultura tradicional. «Quito el óxido y vuelve a salir el negro de la chapa de metal sin oxidar. Tuve una obsesión con el negro que viene de la noche, esa metamorfosis que trae el oscurecer. Entonces empecé a quemar, y eso tiene que ver con la perforación. Los puntos más negros de los cuadros no son pintura, sino oscuridad».
Contó que tuvo una época en que visitaba iglesias para ver sus figuras; entonces no sospechaba que el oro de los retablos y la cal de las paredes le interesarían tanto o más que ellas. En estas obras que ha traído a Ekain tienen lugar el color del oro -que aporta luz- y el blanco de la cal -que se le ha dado a los cadáveres y también se ha utilizado para pintar los caseríos. En opinión de Jauregi, un blanco precioso que no tiene nada que ver con el blanco de ahora-.
Bocas que impresionan
Reflexionando sobre la muerte, se percató de que la respiración es lo último que te comunica con alguien que está en la cama en sus últimos momentos, la respiración y la aspiración. Le pareció que tenía que plasmar esa visión de la muerte en imágenes y empezó a trabajar en eso en Alemania. La presencia de la figura humana viene de ahí, porque hace veinte años que le dejó de interesar y la abandonó. Ahora la ha retomado para poner al ser humano frente al público, ya que no hay más representación de la persona que la persona. Y la verdad es que estas representaciones con las bocas abiertas impresionan -en realidad, los cuerpos son «excusas» para plasmar las bocas entreabiertas-. En los cuadros aparecen un montón de bocas, unidas a la símbolos como los nueve puntos que representan el paisaje.
Jauregi concibe el arte como algo intuitivo, tanto para el autor como para el espectador. Y, si no sorprende, es que algo falla. La exposición la forman 26 piezas pequeñas -otras 34 han quedado en el taller y su intención es traer más y completar y adecuar la muestra a finales de julio-. Todo el trabajo lo ha hecho en dos meses. «Lo que lleva más tiempo es imaginarte las cosas. A veces brotan en sueños, otras aparecen como una repetición en la cabeza cuando vas en el tren... Luego, la ejecución de la obra debe ser muy rápida. Esa impronta, esa tensión la tengo que mantener», expresó. Finalmente, lo que queda es ver si lo hecho «aguanta» al día siguiente, al mes o años más tarde. «Por qué aguanta una obra es extraño, es que tiene algo, pero no hay fórmulas», sostiene el creador que lleva trabajando en el arte plástico 35 años.
No niega que el arte esté muy ligado a la economía, sea de la iglesia o de otro poder. Sin embargo, considera que es «la mejor gran afición que uno puede tener si no tiene otro remedio». Es infinito, corresponde al mundo natural, a cualquiera que ponga los cinco sentidos en hacer cualquier cosa. Por ello, «el arte en sí no tiene problemas. Nunca ha tenido ni tendrá».
«Kanpai ixila» es una reflexión suya, claves para entender el mundo exterior, una constatación: «Yo lo siento, veo y muestro así». La exposición incluye asimismo colgantes realizados con una moneda «crecida» del antiguo Gobierno de Euskadi, recordando el 75 aniversario del bombardeo de Gernika. Relacionado con esta triste efeméride, ha hecho una alfombra enorme -que todavía no sabe dónde ni cuándo se expondrá-, y aparte de eso, diseña copas de txakoli y prepara un story board para una película sobre la euskal dantza.
La inauguración de «Kanpai ixila» tendrá lugar hoy, a las 19.30, en la galería Ekain Arte Lanak, en Donostia. Se podrá visitar de martes a sábado, de 11.30 a 13.30 y de 17.30 a 21.00.