Lucir una piel bronceada y depilada son dos tendencias ya muy extendidas, tanto entre los hombres como entre las mujeres. Aunque cada vez se limita menos al verano, es evidente que se acentúa en los meses estivales. Y la piel está expuesta a prácticas que la castigan de manera continua.

Sobre el bronceado natural -hay quien durante todo el año acude al solárium-, los dermatólogos recomiendan tomar el sol «con sentido común», sin excederse con las horas de exposición al sol y, sobre todo, cuando se haga, hacerlo con una buena dosis de protección. Para elegir la crema adecuada, conviene que esta tenga una protección de amplio espectro y un factor de protección (FPS) alto o muy alto, de 30 a 50. Desde la clínica bilbaina Dermitek recuerdan que del factor 30 al 50 sólo se gana un 2% más de protección.

La segunda práctica a la que está sometida la epidermis y que responde, al igual que la anterior, a una razón cultural, es la depilación. A la cuchilla, rápida e instantánea y de muy corta duración, se le sumó la cera, caliente o fría. Esta resulta más dolorosa pero más efectiva porque el vello tarda más tiempo en volver a crecer. Y desde unos años a esta parte es el láser la técnica que gana adeptos porque, si bien es la más cara de todas, es la única que otorga resultados definitivos.

Mientras que la cuchilla no trae consigo efectos adversos -salvo un pequeño corte como consecuencia de un despiste-, tanto la cera como el láser provocan a veces rojeces e irritaciones. En el caso de la depilación láser, incluso, hay ocasiones en las que la piel reacciona con urticarias.

Alergias al polen y a los ácaros

Precisamente, este extremo ha sido tema de estudio para un grupo de investigadores vascos: tratar de determinar por qué y en qué casos aparecen estas reacciones adversas al tratamiento estético. El artículo ha sido publicado en la revista científica internacional «Lasers in Surgery and Medicine, the Society's official journal».

Los doctores de la Clínica Dermitek Nerea Landa y José Luis Azpiazu han participado conjuntamente en este proyecto con el doctor Iñaki Zabalza, del Hospital Galdakao-Usansolo, y con Natalia Corrons, de la Clínica Sin Pelo de Madrid.

Para el estudio se han examinado, entre los años 2006 y 2010, a un total de 13.284 pacientes -11.973 mujeres y 1.311 hombres-, de los que solo 36 -35 mujeres y un hombre- sufrieron una erupción urticarial severa y persistente tras recibir el láser alejandrita, el elegido para desarrollar la investigación.

Los doctores detallaron que el 100% de las urticarias -es decir, las 36 que se registraron- se resolvieron completamente sin hiperpigmentación o hipopigmentación postinflamatoria; en otras palabras, sin dejar ningún tipo de marcas en la piel.

El origen, según se desprende del estudio, se encuentra en un antígeno localizado en la estructura profunda del folículo piloso. La rotura de este folículo, a causa del calor del láser, es la que provoca hipersensibilidad en pacientes con antecedentes alérgicos.

Según los dermatólogos implicados en el estudio, la urticaria es un efecto secundario muy aislado, y cuando ocurre, este se da en personas que son alérgicas al polen, al polvo o a los ácaros.

A pesar de que la depilación láser está muy extendida por el mundo, hasta el momento no se había realizado estudio alguno que indagara en esta dirección, por lo que ahora la comunidad médica dispone de una información más exhaustiva que permite sobre todo trabajar desde la prevención.

En este sentido, los citados doctores han concluido que, en el caso de los pacientes con un historial relevante de alergias, la depilación ha de ir precedida por la realización de un test del láser en la zona a tratar, preferentemente en un área con mucho vello, además de su seguimiento y evaluación a las 24 o 48 horas posteriores.

La investigación también deja en evidencia que, en general, los pacientes observados con urticaria la desarrollaron más frecuentemente en las piernas, con un porcentaje del 86%. En cuanto a zonas se refiere, le siguen las ingles, con un 30%; las axilas, con un 22% de los afectados, y ya en menor medida la urticaria apareció en antebrazos (2%) y en el labio superior (2%). En el total de los casos, la reacción de la piel fue normal inmediatamente después del tratamiento, apareciendo la urticaria entre las seis horas y los cinco días después de la sesión de depilación láser.

A la hora de recuperarse de la aparición de la urticaria, en los pacientes que no quisieron recibir corticosteroides orales, la reacción cutánea remitió en un plazo de entre siete y treinta días y, en los que recibieron esta medicación, sola o acompañada con antihistamínicos, el problema se resolvió en tan solo cinco o diez días. De este modo, Landa insiste en que «en los casos en los que se aprecie una reacción urticarial en las zonas testadas, debe prescribirse corticosteroides orales».

Gracias a investigaciones de este tipo, los profesionales del sector pueden trabajar desde la prevención, al tiempo que los pacientes evitan los efectos secundarios negativos, aunque en este punto cabe apelar a la responsabilidad individual sobre la importancia de informarse antes de iniciar cualquier tratamiento estético.