Nadie quiere ponerse enfermo y todo el mundo quiere vivir muchos años, pero llevar un buen estilo de vida y vivir de una forma más saludable requiere de mucho más que hacer una dieta y, por supuesto, cierto esfuerzo.

Solo de proteínas, solo de hidratos, bajas en grasa, con sobres, con barritas, con pastillas, con hierbas, separando hidratos y proteínas, la de la alcachofa, la del sirope de arce... pero ¿nos hemos vuelto locos o qué? Llevamos 30 años centrando nuestra atención solo en las dietas, algunas totalmente ridículas y estamos más gordos y más enfermos que nunca. Algo no cuadra.

Tenemos que dejar de hablar de dietas y empezar a hablar de cambiar nuestro «estilo de vida». Nuestro estilo de vida será el que determine qué enfermedades tendremos en el futuro, cuantos años viviremos y su calidad. La hipertensión, la diabetes, el colesterol alto, el cáncer, la enfermedad cardiovascular... todas dependen en gran parte de nuestro estilo de vida y la buena noticia es que se pueden prevenir. ¿Cómo? Comiendo alimentos saludables y de forma moderada para evitar el sobrepeso y la obesidad, comiendo más frutas y verduras, manteniéndonos activos diariamente, bebiendo alcohol con moderación, gestionando adecuadamente el estrés, haciéndonos revisiones médicas de rutina, visitando el dentista, teniendo cuidado al volante, protegiéndonos del sol y de las enfermedades de transmisión sexual... y sobre todo, dejando de fumar.

Pero antes de comenzar debemos saber en qué estado nos encontramos, cuál es nuestro punto de partida; por eso debemos pedir a nuestro médico de familia que nos ayude a entender las analíticas, si tenemos bien la tensión, el colesterol y otros factores de riesgo, conceptos que tenemos que comprender para mejorar nuestra salud.

A continuación tenemos que definir junto con nuestro médico hasta dónde queremos llegar y qué podemos hacer para conseguirlo. Se trata de tener algo así como un mapa de carreteras, una especie de GPS que nos guíe hacia nuestra nueva vida. Nuestro cerebro tiene la maravillosa habilidad de aprender comportamientos nuevos, lo que llamamos neuroplasticidad. Si repetimos suficientemente un hábito saludable terminará convirtiéndose en rutina y formará parte de nuestra vida.

Ese es el objetivo.