Donostiarra de Ategorrieta, a los 14 años se mudó al barrio de Aiete y es de esas personas que conserva las preciadas amistades de los tiempos de la ikastola, en Herri Ametsa. Buenas notas allí, justitas luego en el instituto, le queda la espinita clavada de no haber podido cursar estudios superiores ligados al deporte y la actividad física. Sí los ha cumplido, en cambio, en la vertiente más deportiva, la de futbolista.

Aritz Aduriz fue uno de los componentes de la recordada generación del Antiguoko -previo paso, el suyo, por el Sporting de Herrera- que dio jugadores como los hermanos Xabi y Mikel Alonso, Andoni Iraola, Ander Murillo, Gaizka Saizar, Azpilikueta, Fagoaga... La mayoría fichó entonces por la Real, el Athletic, el Logroñés, el Espanyol... Él por el Aurrera de Vitoria.

En 1999 dejaba atrás, con 18 años, su Donostia natal -sobre la que reconoce en ningún sitio se vive igual- y, para siempre, cualquier cordón umbilical futbolístico ligado a la capital guipuzcoana. Solo una vez pisó el viejo Atocha como espectador, de chaval, y es que a sus aitas les tiraba más la montaña que el fútbol. Es más, Aritz es un consumado deportista que ha practicado el piragüismo, el frontón, es muy buen esquiador y le encanta el snow -con 9 años, quedó subcampeón de España de fondo-, un avezado surfista y un ducho golfista.

Seguramente gracias a esas aficiones, le cuesta decantarse por la montaña o por una playa con olas como Hawai. No se cansa de comer pasta y arroz, pero le chifla el pescado y no dice no a un buen chuletón. Se confiesa más amante de la familia y los amigos -convive con su novia Ainhoa, donostiarra como él- que de las fiestas, se dice poco derrochador y nada amigo de la televisión, y el cocinero Luis Andoni Aduriz si es algo suyo, es pariente lejano. «Soy vasco y mi lengua materna es el euskera», respondía en febrero pasado en una entrevista en un diario valenciano a la pregunta de si ejerce de vasco.

Llegó a Lezama en la campaña 2000-01, al Bilbao Athletic, -el mismo verano en que Ander Iturraspe saltaba al alevín A- su primera etapa en la que compartió equipo y piso con Carlos Gurpegi, a quien le une desde entonces una estrecha amistad.