Tirillas, narigudo, canoso precoz, incapaz de pronunciar la erre correctamente... Podrían suponer algunos de mis complejos, sí, pero no es el caso. Y si en algún momento de mis años mozos lo fueron, ya ni lo recuerdo. Quizás, por decir algo, las uñas mordisqueadas. Pero, repito, el tiempo acaba curándolo todo.

En esas estaba cuando un político vasco, con peso específico en un partido de mucha tradición en estas y otras tierras, ha llamado «acomplejados» a todos aquellos que este domingo, con motivo de la final de la Eurocopa de fútbol, renieguen de España y apoyen a su rival (para esta hora ya se sabrá si es Alemania o Italia). «¡¡Qué pena de acomplejados!!», exclamaba en un mensaje en Twitter. Y me he sentido aludido. Y, siendo sinceros, acomplejado al cuadrado: porque en cada encuentro que ha disputado el combinado español desde el inicio del torneo, siempre he ido con otros colores que no fueran los de la rojigualda -que no La Roja, que esa siempre ha sido la selección chilena-. Y no, tampoco eran exactamente los de Italia, Irlanda, Croacia, Francia -soñé que caían los dos en la eliminatoria que les enfrentó- y Portugal. Los míos son otros. Si por ello soy un acomplejado, acepto la condena.

Lo que no creía es que esa autodenominada progresía «ciudadana del mundo» iba a acabar aconsejando lo que se debe sentir o dejar de sentir ante un acontecimiento deportivo, una selección y unos colores. E insultando a quien no se demuestre «español» en estos días de gloria futbolística. Ellos, precisamente ellos, que hablan de sociedades compuestas por personas libres; que abogan por derribar fronteras en vez de levantarlas; que advierten de lo estúpido que resulta ese sentimiento de pertenencia a la tierra donde has nacido; que animan a viajar y a leer para superar idearios cerriles; los que te acusan de... nacionalista.

Ya lo dice en «Zaindu maite duzun hori» Ruper Ordorika: «Hori suertea nonnahikoa diren hoiena /Sasi guztien gainetikan dabiltza hegan /Inork ez zidan esan euskaldun izatea zein nekeza den /Hobe nuela hautatzea munduko hiritar izatea».

P.D.: Una vez autoinculpado, quitémonos todos los complejos: deseo fervientemente que el domingo a algunos se les bajen los humos de golpe. Y si es con un 5-0, mejor.