Olafur Ragnar Grimsson, de 69 años, encabeza desde marzo las encuestas electorales de la carrera presidencial que concluye mañana en Islandia. Grimsson, que ha ganado todos los comicios presidenciales desde 1996, aspira a un quinto mandato, con el permiso de Thora Arnorsdottir, una periodista y presentadora de televisión sin experiencia política ni afiliación política, aunque apoyada por los socialdemócratas, que es la única entre los cinco adversarios del mandatario saliente que tiene opciones de hacerle frente en las urnas.

La última encuesta Gallup de la semana pasada situaba al presidente saliente en primer lugar, con el 44,8% en la intención de voto, frente al 37% otorgado a su principal rival.

Arnorsdottir era la favorita hasta el pasado marzo, cuando Grimsson anunció que se presentaría nuevamente respondiendo a una petición de 30.000 firmas que lo exhortaba a reconsiderar su decisión de no ser candidato, una maniobra táctica para pulsar sus apoyos tras una legislatura polémica. En su último mandato recurrió en dos ocasiones -enero de 2010 y febrero de 2011- al derecho a veto que le permite la Constitución para someter a referendo dos leyes del Parlamento para pagar a los gobiernos británico y holandés el dinero adelantado a sus ahorradores tras la quiebra del banco islandés Icesave en octubre de 2008, retando al Gobierno liderado por los socialdemócratas y consolidando así su popularidad.

Héroe para unos y oportunista para otros, en los años de bonanza económica Grimsson ensalzó a los empresarios islandeses, a quienes se refería como «la nueva expansión vikinga», pero tras la grave crisis que llevó al país al borde de la bancarrota su labor fue muy criticada y él se limitó a reconocer su equivocación por haber confiado en las agencias de calificación.

Su habilidad para adaptarse a las circunstancias la demostró con su militancia primero en la derecha y luego en la socialdemocracia, situándose en el ala izquierda del partido.

Adhesión a la UE

Grimsson ha conseguido situar la cuestión del ingreso en la Unión Europea, de la que es ferviente opositor como la mayoría de los islandeses, en el centro de la campaña electoral, erigiéndose en defensor de los recursos naturales y de la independencia de Islandia. Un ingreso al que Arnorsdottir no se ha opuesto, aunque tampoco ha apoyado.

El Gobierno de centroizquierda presentó la solicitud de ingreso en la UE en julio de 2009, cuando el país estaba inmerso en la mayor crisis de su historia, una situación que poco a poco logró revertir.

El otro tema central de la campaña ha sido el papel que el presidente debe jugar en la política del país. Arnorsdottir reconoce que el cargo de presidente es sobre todo simbólico, pero que «tiene un gran poder de influencia», mientras que Grimsson ha otorgado al cargo un papel político muy superior al que ha jugado tradicionalmente, desde la independencia del país en 1944.

Para Arnorsdottir, Islandia necesita un cambio después de la crisis económica y financiera de 2008, cuando quebraron los tres principales bancos del país. Desde entonces, esta isla del Atlántico norte volvió a experimentar un crecimiento gracias a la ayuda del Fondo Monetario Internacional. A su juicio, «nada ha cambiado verdaderamente» en Islandia en materia de ética y de sistema político a pesar de la crisis, y «ahora existe la oportunidad de aprovechar las lecciones del pasado (...) y utilizarlas para un nuevo punto de partida».

Unos 235.800 islandeses han sido llamados a votar mañana.