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25 ańos del veterano e irreverente fanzine

«TMEO»: Una buena revista para «gente mala»

A pesar de que no hay época buena para los cómics, para las revistas de historietas, he aquí que el «TMEO», una «buena revista para gente mala» -que decían allá por el número 75- ha cumplido 25 añazos que hoy se festejarán en Gasteiz por todo lo alto. ¿Milagro?, ¿buen hacer? Joaquín Delgado, «Kini», dibujante y coordinador del fanzine nos ayuda a desentrañar el enigma.

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Alvaro HILARIO

Ayer, en los jardines de la Media Luna de Iruñea y con la actuación del grupo Tijuana in Blue se presentó al público en general el nuevo fanzine TMEO. Como informaron sus promotores, se trata del `mejor tebeo del mundo, el más cutre y el que mejor se puede utilizar para cualquier cosa después de leerlo'». Así se anunció el nacimiento de «TMEO» en el EGIN de 5 de junio de 1987.

Acerca de la temática a seguir por el fanzine, los «promotores» señalaban que «en la revista se trata de maderos, de droga, de porquerías, etc. En general de lo que hacemos los humanos, que es producir mierda, y eso sale bastante». 25 años y 117 números después, podemos decir que «TMEO» sigue fiel a sus principios.

Joaquín Delgado, Kini, dibujante y coordinador de la revista, echa la vista atrás: «Éramos 25 años más jóvenes; teníamos la ilusión de sacar aquello adelante y, hoy por hoy, nos quedamos con el esfuerzo, con que hacemos lo que nos gusta y con el esfuerzo de toda la gente que ha pasado por aquí en todos estos años».

25 años son mucho tiempo y muchos son también los dibujantes que han pasado por la revista, muchos de los cuales continúan colaborando con el «TMEO» a pesar de que hayan dado el salto a publicaciones profesionales e incluso hayan mudado a la pintura. «Hay gente que ahora colabora en otras publicaciones; es la confirmación de los objetivos que nos marcamos al empezar: servir de base a gente que, aunque nueva en esto, ya tenía un estilo y un quehacer consolidados. Otro de los objetivos era tener un lugar, una plataforma, para hacer y decir lo que nos da la gana», apunta Kini.

Larri, Santiago Orue, Ernesto Murillo (Simónides), Mauro Entrialgo, Kini, Álvarez Rabo... son un montón de grandes dibujantes (obvio, faltan muchísimos nombres) que empezaron con el «TMEO» y aún siguen.

No es el caso de Álvarez Rabo, uno de los iconos del «mundo TMEO»; de hecho, se suicidó como dibujante el 11 de setiembre de 2002: pidió un número determinado de cartas para seguir en la brecha y no llegó a las 200. «Aquello fue el sumun; Rabo es un majadero encantador -esto dicho con todo el respeto y cariño del mundo- y pensábamos que aquello era otra de sus bromas, una majarada más de esas con las que nos volvía loco. Organizaba concursos (de hecho, uno lo ganó su hija); sacó un cómic dibujado por su familia. Cuando se casó, pidió a los lectores que le enviasen regalos: la gente lo hizo y Rabo publicaba después, como agradecimiento, qué le habían regalado y quién había sido. Eso sí, la majarada de `o me escribís o lo dejo', ya digo, no la tomamos en serio. Creo, además, que lo que más le jodió es que nosotros -a excepción de Simónides- no le escribiéramos; yo qué sé, unos se olvidaron, a otros se nos pasó y los demás creyeron que era un farol», ríe Kini.

Entre toda esta banda han producido las más divertidas portadas, contraportadas y gansadas que el solar vasco jamás haya visto: «No nos hemos dejado nada sin publicar, nada de lo que hemos querido. No sé cuál podríamos destacar... quizás la portada del número 32, una parodia a cuenta de la boda de las infantas. Parodias de la casa real las hay variopintas, de esos tiempos cuando no había barra libre, como ahora, que sabes que no pasa nada. No tenemos fijación con la casa real: dábamos nuestra versión de hechos puntuales con los que nos machacaban, que nos tenían hartos. Política, sexo... no nos hemos guardado nada, todo ha salido».

Dos de las bases del milagro económico que supone para una revista de historietas aguantar dos décadas y media son los anunciantes (como bares, gaztetxes, grow-shops, restaurantes, y un largo etcétera) y la distribución no comercial a cargo de Sapo y su eterna furgoneta.

«Siempre hemos funcionado en base a ese esquema; es decir, anunciantes, las ventas y nuestra distribución (aunque hay un número de ejemplares que enviamos a distribuidoras de fuera de Euskal Herria). Esto lo hace aún más sorprendente. Y el esfuerzo, claro, porque aquí nadie cobra nada por dibujar», afirma Kini.

En este punto, la conversación nos lleva a otro tema, aunque relacionado, lo que en una ocasión llamaron los «grandes fracasos del TMEO»: la distribución comercial en el Estado español y el número 11. «Hubo una intentona de distribuir fuera y entrar en esa tremenda maquinaria que estaba en manos de unas pocas distribuidoras grandes; era ponerse a jugar en la misma división que el `Lecturas' o el `Interviú'. Esto, de primeras, exigía unas tiradas brutales y, además, en vez de llegar a una librería más o menos especializada, igual llegaba a una panadería que tenía revistero y no se vendía nada. Entonces, hicimos una editorial, una pataleta irónica. Reconocíamos el error de habernos metido en un mundo que no era el nuestro, en un momento equivocado. Queríamos profesionalizar aquello. La editorial iba en nuestra línea de desbarre, diciendo que `los españoles no tenían ni puta idea de cómics'. Hubo gente que se lo tomó al pie de la letra y nos escribieron llamándonos de todo», relata entre risas.

«Lo del número 11 es mítico: hemos vuelto locos a los coleccionistas. El que llevó el número a la imprenta se equivocó, puso el 12 y jamás hicimos el 11; no volvimos a numerar. Como hay un número 0, sí tenemos efectivamente 117 números. Es una puta locura porque hay que explicarlo continuamente a pesar de haberlo dicho en todas partes, de haberlo colgado en la web».

Además de la revista, «TMEO» tiene una amplia colección de cerca de 50 álbumes monográficos: «Se empezó con la idea de dar aire a la situación económica de la revista, hacer negocio en la medida de nuestras posibilidades y apuntalar el edificio. Al principio, eran álbumes que llevaban publicidad. Es una colección más que digna, de bastante calidad y a un precio más que razonable, adecuado a nuestro mundo, a nuestro circuito. Es una especie de reconocimiento a los autores, que no cobran nada; así como los músicos tienen su disco, que los dibujantes tengan cada uno su propio álbum, darles un vehículo propio», nos dice el coordinador.

Esta tarde-noche, de 18.00 a 22.00, habrá una «bacanal» para festejar los 25 años de «TMEO», en el Hor Dago de Gasteiz. En la misma estarán casi todos los que son y han sido en la revista; se han programado también actuaciones, cómic en vivo y firmas de ejemplares. Tampoco podemos olvidar el número especial (el 117), con un montón de páginas. Entre estas, hay dos páginas inéditas de Mariano Parrondo Verdasco y Marisa Verdasco Parrondo.

Por otro lado, en mayo, el «TMEO» fue homenajeado con una exposición en la ciudad alemana de Regensburg, donde viajaron Mauro Entrialgo, Ata y Larri.

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