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La ocupación femenina sube al 58% gracias a la inmigración

Un informe de Emakunde sobre las 70.000 inmigrantes desmiente tópicos al constatar que aportan más dinero del que reciben en ayudas y que han elevado la tasa de mujeres ocupadas

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Ion SALGADO | GASTEIZ

Las mujeres inmigrantes extranjeras -todas aquellas que mantienen su nacionalidad de origen- se han convertido en una pieza fundamental en el entramado económico vasco. Contra lo que que muchos creen, las integrantes de este colectivo, formado por más de 70.200 personas solo en la CAV, aportan más dinero a las arcas públicas del que reciben en políticas sociales. En concreto, según los datos de 2010, las aportaciones fiscales de las mujeres extranjeras se estiman en 224,1 millones de euros, mientras que las ayudas percibidas por las mismas suponen un gasto de 142,3 millones de euros para las administración públicas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Estos datos, recogidos en el primera fase del «Estudio sobre las mujeres inmigrantes extranjeras de las sociedad vasca», publicado por Emakunde y del que aún faltan por conocer dos nuevos tomos, contradice una opinión bastante extendida que continúa señalando a un colectivo que en el año 2010 generó, gracias a su consumo diario, 45,2 millones de euros en ingresos fiscales, derivados del IVA.

En una rueda de prensa ofrecida ayer en Gasteiz, la directora de Emakunde, María Silvestre, criticó los prejuicios y estereotipos vigentes en la sociedad, y defendió la labor desempeñada por las mujeres inmigrantes, que ocupan puestos de trabajo vinculados al servicio doméstico, al comercio y a la hostelería. Unos empleos que han repercutido de manera positiva en el desarrollo económico y social de la CAV, ya que, tal como señaló la titular del Instituto Vasco de la Mujer, el trabajo realizado por las mujeres extranjeras ha sido «fundamental» para facilitar la transición laboral de las ciudadanas vascas.

En este sentido, Silvestre recordó que en 1998 la tasa de ocupación de las mujeres residentes de forma regular en los tres herrialdes dependientes de Lakua era del 38,7%. Hoy en día, gracias a la ayuda aportada por las inmigrantes en las labores de cuidados a terceros, el porcentaje de mujeres que trabajan se ha disparado veinte puntos, hasta el 58,7%.

Diversos problemas

Por otro lado, José Antonio Oleaga, coautor del estudio, insistió en la necesidad de eliminar los estereotipos negativos, y apostó por poner fin a las actitudes racistas y xenófobas vigentes en la sociedad vasca. En este sentido, el profesor universitario recordó que, según una encuesta reciente llevada a cabo por el Ejecutivo autonómico, la población local valora con un 4,8 sobre diez la labor desempeñada por las mujeres inmigrantes.

Para todas las personas que aún muestran recelos ante la migración, Oleaga enumeró una serie de problemas a los que se enfrentaría la sociedad residente en la CAV si no contara con la ayuda de estas mujeres. «Sin ellas Euskadi habría perdido población, seriamos menos. Fijo que se habrían incorporado menos mujeres al mundo laboral. Habrían aumentado las broncas en casa, porque si el cuidado de las personas y de los hogares depende de la disposición de los varones a sumarse a ellas habría más broncas. Además, las diputaciones tendrían también un problema porque habrían tenido que aumentar el número de plazas en las residencias. Y las cosas serían más caras, ya que han hecho más competitivo el mercado laboral», explicó.

A este respecto, el director de Inmigración del Ejecutivo de Gasteiz, Miguel González, aconsejó ver la película «Un día sin mejicanos» para comprobar lo que podría ocurrir en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa si no habría mujeres inmigrantes.

una de cada cuatro

Según los datos aportados por Emakunde, una de cada cuatro personas migrantes es una mujer sudamericana. Cabe señalar que seis de cada diez personas emigradas de dicho origen son mujeres.

No por dinero

Los autores del estudio explicaron que las mujeres entrevistadas durante la realización del mismo habían decidido emigrar para poder mejorar el futuro de sus hijos, dejando en un segundo plano los motivos económicos.

El riesgo de exclusión crea tres clases de mujeres inmigrantes

Las mujeres inmigrantes residentes en la CAV tienen el riesgo de caer en una situación de desprotección. Según explicó la directora de Emakunde, las personas que afrontan su vida lejos de su hogar destinan buena parte de su salario a su país de origen, quedándose con lo básico para subsistir.

Esta situación de desprotección ha generado diferentes clases al hablar de mujeres inmigrantes. En la primera clase se encuentran las sudamericanas, que, gracias al idioma, consiguen integranse con una mayor facilidad.

El segundo nivel lo integran las mujeres subsaharianas y rumanas, dos colectivos que preocupan a los responsables del estudio. «Su riesgo de exclusión está vinculado a su integración. Se puede decir que es más difícil para una negra pasar desapercibida entre un colectivo de blancos caucásicos», explicó Oleaga, que críticó el «problema de endogrupo» vigente entre las chinas. «Pertenecen a un grupo muy cerrado y tienen un problema de integración», añadió.

Silvestre nombró una tercera clase formada por las mujeres inmigrantes en situación irregular, que a veces se han visto abocadas a ejercer la prostitución. I.S.

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