Raimundo Fitero
Sin
Ni ficciones ni documentales ni concursos ni tertulias políticas de la caverna, la diversión está en los noticiarios, a la espera de retransmisiones deportivas de fuste. Si miras algunos canales, el amontonamiento de noticias con policías es de tanta consideración que no puede menos que inspirar un rap o una jaculatoria. Con uniforme verde, con el marrón, el azul, con cascos, con escopetas, de los de la judicial, con boinas, viseras o pasamontañas, en actitud de guardia o de acción, por la mañana o la noche, en auto o a caballo. Tenemos unos informativos policiales. Una televisión policial. Es una consigna. La manera de entretener cuando no tienen otros chistes que contar. Unos señuelos para hacer ver que funciona ese Estado paralizado. Y confundiendo. La actuación policial contra los mineros sigue siendo un abuso de violencia muy camuflada, cuando no manipulada, en las televisiones. Un miembro del gobierno español anuncia en televisión, horas antes de producirse, la detención en Francia de un ciudadano vasco. Una democracia sin hábitos democráticos.
Porque en paralelo tenemos las noticias de los recortes, de la situación económica y bancaria, ya con intervenciones de la fiscalía y con imputaciones judiciales. Y vemos como en Bankia, han imputado, de momento, a dos ex-ministros de Aznar, pero no se dice, parecen señores anónimos. Hombres sin biografía política de gobierno, para que no contamine al actual presidente desparecido, que formaba parte del mismo. Amenazan con más medidas para arruinar a todos, y la prima sigue subiendo y la bolsa sigue bajando. Algo no cuadra.
Pero mientras tanto nos enseñan decisiones para que se nos acabe la paciencia: en alguna cárcel catalana han decidido quitar la merienda de los reclusos para ahorrar y duplicar el precio del rancho a los funcionarios. En algunos hospitales de Castilla y La Mancha han quitado el agua mineral para los enfermos con la supuesta idea de cuadrar el presupuesto. Solamente del grifo. O la que traen los familiares y amigos. Son dos de las muchas ocurrencias que se están implementando simplemente para fastidiar a la ciudadanía, aprovechando el despiste general. Sin vergüenza.