Análisis | Athletic 2012-13
Desmintiendo mitos asentados: el Athletic no juega como el Barça
Andaluz, estudiante de Periodismo y con la meta de convertirse en entrenador de fútbol, colabora con el blog «Futbol de seda». Hace poco escribió una recomendable lectura sobre la posesión del balón, que se puede leer en http://www.martiperarnau.com/2012/06/el-debate-esteril-sobre-la-posesion-del-balon/. Ha aceptado analizar para GARA la relación del Athletic de Bielsa con el balón y con el juego del Barça. El Athletic nunca fue el Barça, ni en esencia ni en desarrollo. Bielsa es partidario de un fútbol más urgente por convicción, y porque es argentino
Alejandro SIERRA PALMA Colaborador del blog «Fútbol de seda»
Vivimos en un mundo de etiquetas y clichés absurdos, y es algo que no debería sorprendernos. La imagen de Pep y Marcelo Bielsa como hijo y padre futbolístico llevó al periodismo deportivo y, por ende, al aficionado, a consagrarlos en una esfera de romanticismo profeso y de apuesta por el mismo fútbol que solo sirvió para llenar páginas de periódicos. Athletic nunca fue Barça, ni en esencia ni en desarrollo. Quizá, como propiamente dijo Marcelo, por procedencia. Bielsa es partidario de un fútbol mucho más urgente, por convicción, y porque es argentino. Y el Barça es el equipo más paciente de la historia, capaz de reiniciar cada jugada buscando la fisura que genere un desmarque de ruptura de Alexis o Cesc, o la magia de Leo Messi cuando recibe de cara.
Donde el Barça vuelve hacia atrás y reinicia el juego una y otra vez, el Athletic de Bilbao finaliza, porque no tiene a jugadores capaces de mantener el balón en posesiones excesivamente alargadas y, porque por idea, cuando se llega a determinadas zonas les está prohibido volver hacia atrás.
Una vez sentadas las bases de esa ficticia relación de identidad, quizá conviene representar la relación del Athletic con la pelota en situaciones ofensivas, y sin ella en situaciones defensivas (matizando el error de disociar el fútbol, se puede defender mientras tienes la pelota -posesiones defensivas, como España, o el Barça, por ejemplo-, e incluso plasmar una organización colectiva mientras tienes la pelota que te permita situaciones de ventaja cuando la pierdes; y se puede atacar mientras no la tienes -presión al poseedor, vivir en campo contrario, interés máximo por recuperar la pelota en zonas cercanas al área, etc.-).
En transición ofensiva, el Athletic maneja varios registros en la salida de balón. De una parte, `lavolpiana' (sistema implantado por Lavolpe en México con Osorio, Salcido y Márquez). Centrales abiertos a banda, laterales situados en el centro del campo ofreciendo líneas de pase por fuera, Iturraspe baja a recibir entre ellos, y continuidad en la transición. De otra parte, Javi Martínez, en mayor medida, y Amorebieta, de forma más esporádica, en salidas en conducción hasta el centro del campo.
Maneja las salidas laterales, con interés asociativo por el sector izquierdo (Aurtenetxe-Muniain-Ander Herrera) y con profundidad para llegar a línea de fondo por el sector derecho (Iraola-Susaeta-De Marcos). Y, además de todo eso, el factor Llorente. Balón en largo y activación de la segunda jugada trabajando las recepciones.
Ese es el Athletic, una combinación de juego de posición, con apoyos continuos a la salida del balón, transiciones rápidas y verticalidad apabullante, con juego directo y balones en largo. El objetivo siempre fue optimizar un modelo de juego variado y rico en matices que les permitiese sobrevivir en distintos contextos y ser competitivos en la mayor gama de escenarios.
Lo cierto es que lo consiguieron. Lograron someter a equipos como el Manchester United o el Schalke 04 con una propuesta que convirtió a la Europa futbolística en el credo de Marcelo Bielsa, a pesar de que la gestión emocional y táctica en las finales, al margen del resultado, no fuese la más idónea.
Sin embargo, la relación del Athletic con la pelota tiene mucho que ver con su actitud cuando no la tiene (lo que por otra parte pasa con el 90 % de los equipos). El Athletic no busca posesiones largas, sino continuas. Bielsa introdujo en el modelo de juego un pressing a todo campo, recuperó el marcaje individual, activación mental para robar muy arriba. Javi Martínez y Amorebieta, con libertad para defender a 60 metros de la portería. Las marcas individuales, además de un esfuerzo físico titánico, exigen compromiso, coordinación, trabajo de grupo, una activación psicológica desmesurada y, por qué no decirlo, tintes de cierta dependencia rival (lo que no tiene connotaciones negativas, depender del rival nunca ha sido un crimen cuando se parte desde la inferioridad colectiva).
Mientras que el Athletic busca generalmente llevar la iniciativa a través de la pelota, se permite el lujo de cederla cuando no la tiene a través de su sistema de marcas individuales. El método, aunque antiguo, no deja de ser legítimo. El problema aparece cuando las marcas individuales son a todo campo, como por ejemplo en la final de Copa del Rey ante el Barcelona, con el recuerdo de ese marcaje de Amorebieta sobre Leo Messi. En esas situaciones, profundizas en un terreno de desorganización colectiva que puede hacer que pierdas de forma alarmante cierta competitividad en el entramado defensivo.
Marcelo Bielsa entendió que debía asumir el riesgo. La realidad es que ha elaborado un modelo de juego ganador, donde la ruptura, el movimiento sin balón, el desmarque y la profundidad son valores fundamentales, donde la pausa la pone Ander Herrera, donde llegar al área depende de Iker Muniain y Susaeta, y donde decidir está en manos de Llorente. Los jugadores han asimilado la idea, la defienden, la potencian y la ejecutan. Su clima es la agitación.
Convertir el partido en un trámite emocional intenso es ofrecerles un caramelo que serán incapaces de rechazar. La pausa la pone Ander Herrera. No ralentiza, mata la jugada para resucitarla después, organiza, estructura y crea. Es el `10' del equipo.
Ese es el Athletic. No un equipo de posesión per se, sino un grupo vertical, intenso, rápido, que apuesta por el movimiento, cuando tiene la pelota, y agresivo, de marca individual, coordinado, que intenta robar lejos del área propia cuando no la tiene.
Ni juega, ni ha jugado, ni jugará como el Barça, porque su filosofía bebe de otras ideas -igual de válidas y porque el modelo Barça es inaccesible para quien no tiene a Messi-Alves-Iniesta-Xavi-. Lo que la opinión pública pretendía rebautizar como «The Little Barça» es un equipo con identidad, que practica un fútbol distinto, innovador, que quizás peque de falta de pragmatismo, pero que ha escrito y seguirá escribiendo páginas de gloria en el imaginario colectivo del fútbol. Lo de este año solo fue el principio de algo grande.
Comienza la segunda temporada, donde la solidez llegará a un modelo llevado a lo más alto por la efervescencia de la juventud, pero al que le faltó experiencia para saber manejarse en la cumbre. Pónganse cómodos, porque el año será frenético, y háganse un favor, olviden los tópicos y disfruten del fútbol.