No sin debate, la Mesa del Parlamento de Gasteiz y la Junta de Portavoces decidieron habilitar el mes de julio al objeto de adelantar el trabajo de varias ponencias y avanzar así en la tramitación de algunas leyes. Sin embargo, cuando ya se ha cerrado la agenda oficial del mes habilitado, el paupérrimo balance de la actividad parlamentaria obliga a preguntarse qué es lo que se ha conseguido realmente con esa decisión. Porque la mayoría de las ponencias apenas se ha reunido en una ocasión, y dos de ellas ni siquiera lo han hecho. Cualquiera que en las últimas semanas haya estado allí habrá comprobado que la Cámara puede haber estado habilitada, pero lleva tiempo prácticamente deshabitada. En este contexto, y cuando casi todos los agentes, tanto dentro como fuera del Parlamento, dan por amortizada la legislatura, resultan tan incomprensibles este tipo de decisiones como el empecinamiento del Ejecutivo autonómico en no convocar comicios. Lo que no se ha hecho en el mes de julio difícilmente se va a hacer a la vuelta del verano, más cuando todos los partidos están actuando en clave electoral.

En un momento en que la situación política y económica de este país exige determinación y tomar decisiones, no es de recibo alargar la agonía de algunas instituciones solo por cálculo electoral o interés partidista.