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El artium abre sus «catacumbas» al publico en primicia

El Artium, el museo de arte contemporaneo alavés, abrió ayer algo más que sus puertas para mostrar en exclusiva al público, y de la mano de su arquitecto Jose Luis Catón, los recovecos que conforman el sótano del  famoso museo-bodega.

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Texto: Amaia GARTZIA Fotografías: Juanan RUIZ / ARGAZKI PRESS

Paredes que desaparecen y se convierten en puertas correderas, ventanas que se ocultan al público, vigas de veintidós metros suspendidas en el techo... El museo de arte contemporáneo de Gasteiz, el Artium, es un edificio camaleónico en donde nada es lo que parecece. Poca gente sabe que la arquitectura del conocido museo-bodega se oculta tras el subsuelo. Exactamente, de los 1.300 m2 construidos casi el 75% se oculta a pocos metros bajo el suelo. Es en esa caja fuerte subterránea donde guarda su más preciado tesoro: una singular colección de arte contemporáneo. Al igual que hace unos días la Tate Modern de Londres abriera un espacio subterráneo para el publico, ayer, y por espacio de una hora y media, el público pudo comprobar, y con las explicaciones de su arquitecto José Luis Catón, como son esas «catacumbas» del Artium.

Si hay algo que caracteriza al museo de la capital alavesa, aparte de su espacio oculto, es que este proyecto se realiza porque existe de antemano una colección que albergar. Tal y como explicó Catón, «lejos de la fiebre inaugural de todas las capitales de provincia». Esta colección que podemos admirar hoy día, debe su origen a la adquisición ininterrumpida de obras de arte contemporáneo por parte de la Diputación de Araba. Un goteo incesante de arte que ha llegado a nuestros días a hacer que el Artium posea una coleccion envidiable. La colección generada por la Diputacion fue a instancias, entre otros, del diputado general Cayetano Ezquerra, y adquirida gracias a las plusvalías generadas por la entonces masiva inmigración de los años 70. En este aspecto, Catón remarcó no solo tener una partida presupuestaria para la compra de arte, sino que esta traansacción se hiciera sujeta al criterio personal del servicio del museo de la Diputación Foral de Araba: «Aquí ha habido un diálogo incesante entre los técnicos del museo y el servicio de arquitectura de la diputación.»

Esa colección que iba in crescendo, sin embargo, buscaba un sitio donde ser alojada, conservada, estudiada y expuesta al público. Es entonces cuando se sucedió una serie de proyectos, el primero en 1985, el siguiente en 1991 y el último en 1995, para culminar en 2002 con la apertura del museo.

El último emplazamiento, responde al solar abandonado por una empresa promotora que quebró antes de finalizar lo que iba a ser un complejo edificio de tres plantas. Sin embargo, la quiebra dejó sin finalizar el proyecto que por otra parte, dejó una huella: un hueco de 7.200 m2 de superficie con un fondo de 15 metros de profundidad.

En esas condiciones de partida estrictas comenzó a trabajar Jose Luis Catón: «Tuve que someterme a la posicion de los pilares». Unos pilares que tuvieron que ser reforzados, incluso. Una de las singularidades del museo, aparece nada más colocarse frente a las escaleras principales, donde da la impresión de que algo este fuera de lugar. Y es que el eje de la escalera aparece girado, no así la estructura. Un juego del arquitecto siguiendo el eje del canton que se encuentra en frente del Artium y que sube al Casco Viejo. «Pero tranquilos que no se cae», bromeó Catón con los visitantes.

Bajando las escaleras se accede a la cota diseñada para el anterior proyecto ideado para ese sitio. El museo se estructura bajo una organizacion «muy sencilla», en palabras de Catón. Son dos salas de exposiciones de 1.500 m2 unidas por otra, y debajo, se encuentran todos los almacenes y talleres. Esto es muy importante, porque en un museo el movimiento de la obra en su interior es fundamental, y hay que tener en cuenta que ese movimiento o traslado muchas veces no suele resultar nada fácil debido al gran tamaño de la obra. El Artium, sin embargo, responde a esa premisa con puertas y salas inmensas. Para Catón, está estructura tiene un sentido inmenso: «El museo puede seguir abierto durante el montaje de una exposición, porque permite circular en un sentido o en otro. Incluso las salas grandes se pueden segmentar en unas más pequeñas».

Otro detalle inportante es la construcción de las salas es que en ellas se puede alargar un pilar para formar una pared donde antes no habia nada, u ocultar las ventanas, según la necesidad del artista. «El Artium es un todo, en el que artista siempre puede intervenir», explicó Catón. Por último, en las bodegas se encuentran los talleres y almacenes. Un lugar donde aparte de ser posible perderse, tambien es un lugar idóneo para ello.

 

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