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Raimundo Fitero

Conversadora

 

Acabó «Entrevista a la carta» de Julia Otero con Raphael de entrevistado y unos resultados de audiencia muy poco exitosos, mediocres, tirando a malos, sin llegar al ocho por ciento, que para un programa emitido en horario de máxima audiencia por la primera estatal es insostenible. Por estos resultados de audiencia y porque los nuevos tiempos en TVE son oscuros, manipuladores, de radicalización de defensa de la extrema derecha en el gobierno, es posible que no se vuelva a emitir. Y la verdad es que, siendo una buena conversadora, una buena profesional, esta entrega ha estado marcada por un tono conservador, es decir, por entrevistas muy suaves, de amiguetes, sin molestar, sin poner en apuros a los invitados.

En la selección de los entrevistados también ha sido muy conservadora, todo era previsible, porque se trataba de no molestar a nadie, de tocar famoseo, artistas, cocineros de culto y hasta Ana García Obregón, un género en sí misma, pero que volvía a la parrilla del ente público en los días posteriores de su entrevista. O sea, sinergia. O publicidad encubierta.

Desaparece otro programa de entrevistas, género perdido en el olvido, comido por esas cosas tan excéntricas de las confesiones o los tercer grados de los programas del corazón, por cierto, también en una fase de reconversión. Eso no son entrevistas, sino un circo, un acoso, un dislate. Pero la entrevista, la conversación entre periodista e invitado es género periodístico en desuso y a punto de desaparición televisiva. Se considera por los gestores desquiciados de los entes, que las audiencias no soportan algo tan estático, en donde solamente interviene la palabra y a veces con profundidad, que es, exactamente lo que hace Eduard Punset con sus invitados en «Redes», a los que pregunta o les da lecciones, depende del caso, pero siempre en una conversación de la que podemos sacar conclusiones y avanzar en conocimientos y sabiduría.

Hay otras opciones pero son tan minoritarias que no cunden. Esto es así porque hasta hay muchas ruedas de prensa sin preguntas, una denigración general del periodismo en libertad. Hoy se tiene que ser hooligan antes que periodista.