Un atentado mata a los principales responsables de la seguridad siria
Un atentado mató a tres de los principales responsables de la seguridad del régimen sirio, entre ellos el ministro de Defensa y el cuñado del presidente, Bashar al Assad. El golpe a los pilares de la guerra contra la insurgencia en pleno corazón de Damasco, en una reunión de ministros y altos cargos ofreció una imagen de vulnerabilidad del régimen que la oposición vio como un anticipo de su caída. Al contrario que en ocasiones anteriores ESL asumió el atentado.
GARA | DAMASCO
Un atentado de la oposición armada siria golpeó ayer el núcleo del aparato de seguridad del régimen de Bashar al Assad, al matar a tres responsables en primera línea de las fuerzas armadas en el país y de la guerra contra la revuelta. Entre los muertos se encuentra el propio cuñado del presidente.
El atentado revela además el grado de infiltración que ha logrado al insurgencia, ya que alcanzó una reunión de ministros en el propio edificio de la Seguridad Nacional en Damasco, un enclave ultraprotegido y símbolo de la represión de la revuelta iniciada en marzo de 2011.
El ministro de Defensa, el general Daud Rayiha, el viceministro de Defensa, general Asef Shaukat, -marido de la hermana de Al Assad- y el general Hassan Turkmani, jefe de la célula de crisis creada a raíz de la revuelta fueron los muertos, aunque también resultaron heridos el ministro de Interior, Mohamed Ibrahim al Shaar, y el jefe de la Seguridad Nacional, Hicham Ikhtiar.
Según fuentes de los servicios de seguridad, el atentado fue llevado a cabo por un kamikaze que llevaba un cinturón con explosivos en una reunión de ministros y responsables de seguridad, aunque otras fuentes indicaron que el autor del ataque dejó una maleta con explosivos en el lugar de la reunión.
Uno de los más odiados
Asef Shaukat, cuñado del presidente, era uno de los «halcones» del aparato de seguridad y uno de los hombres más odiados por la oposición. Participó en la lucha contra el levantamiento de 1982 en la ciudad de Hama, que fue reprimido a sangre y fuego por el anterior presidente sirio y padre del actual mandatario, Hafez Al Assad.
Había sido jefe de los servicios de información militares y formaba parte de la célula de crisis puesta en marcha para hacer frente a la revuelta. De confesión alauí, desde setiembre era ministro adjunto de Defensa. Pasó de colaborar con EEUU en su «lucha contra el terrorismo» tras los atentados del 11 de setiembre a formar parte de la lista negra de Washington por «ayuda al terrorismo».
«Su muerte es un golpe fatal para el régimen porque supervisaba personalmente numerosas operaciones del Ejército sirio contra ciudades y pueblos, sobre todo Homs», en opinión del opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Daud Rayiha, cristiano ortodoxo, fue nombrado ministro de Defensa en agosto de 2011, cinco meses después del estallido de la revuelta y tras haber sido jefe del Estado Mayor. Poco antes, la UE lo inscribió en su lista de personalidades del régimen sancionadas por su implicación en la represión.
Hassan Turkmani era un hombre de la máxima confianza de Al Assad. De confesión suní, había sido ministro de Defensa, puesto que dejó para convertirse en asesor del vicepresidente, y fue elegido para dirigir la célula de crisis para hacer frente a la insurgencia. En mayo, los ministros de Defensa y de Interior ya fueron objeto de una tentativa de envenenamiento.
El atentado fue asumido tanto por el Ejército Sirio Libre (ESL) como por un grupo islamista llamado Liwa al Islam (La Brigada del Islam). «Este es el volcán del que hablábamos, que justo ahora acaba de comenzar», declaró el portavoz del ESL, Qassim Saadedine, en referencia a la gran ofensiva anunciada la víspera para liberar Damasco.
Solo unos minutos antes, el propio Saadedine culpó al régimen del atentado afirmando que «empieza a ser habitual que el régimen cometa este tipo de atentados antes de las reuniones del Consejo de Seguridad o de la ONU».
En anteriores atentados, el ESL había negado siempre la autoría y los atribuía sistemáticamente al propio régimen. Así lo hizo en el ataque contra la Dirección general de Seguridad en Damasco, que causó 44 muertos en diciembre de 2011; el atentado que dejó 26 muertos en la capital en enero de este año; otros dos contra las fuerzas de seguridad en Alepo con 28 muertos; contra un edificio de los servicios de investigación en marzo, con 17 muertos, y contra una cadena de televisión en Damasco, en junio, con siete muertos.
«La Oficina de Seguridad Nacional, que incluye la denominada célula de gestión de crisis ha sido atacada con un artefacto explosivo por la brigada Sayyed al Shuhada de Liwa al Islam. Han muerto varios de los pilares del régimen», anunció, por su lado, el grupo islamista.
Combates en Damasco
El régimen nombró rápidamente a un nuevo ministro de Defensa, el general Fahd al-Freij, hasta ahora jefe de Estado Mayor. «Nuestras fuerzas armadas son sólidas y su moral está en lo más alto. Continuarán persiguiendo a los terroristas hasta que el complot contra Siria fracase», afirmó durante su primera intervención. Igualmente, el Ejército dijo estar dispuesto a «limpiar el país de los restos de las bandas terroristas».
En los bastiones del régimen la noticia fue recibida con júbilo, disparos de kalashnikov, gritos y risas. El atentado, las deserciones y los combates en el interior de Damasco les hace ver ya próximo el final del régimen.
Helicópteros del Ejército atacaron con ametralladoras y, en algunos casos, con cohetes, en varios barrios de la capital. Varios helicópteros lanzaron cohetes sobre el distrito de Midan, en el centro, y sobre los barrios de Kfar Batna, Qabun, Barze y Yarmuk. Además, los helicópteros atacaron con ametralladoras los barrios de Hajar al Aswad y Jobar. A la vez, las tropas gubernamentales atacaron posiciones de los rebeldes en distintos lugares de la capital, según la agencia de noticias oficial, Sana.
Los combates en Damasco se iniciaron el pasado domingo. Según el OSDH, más de 60 soldados han muerto en los mismos. Aseguró que además, al menos 62 civiles y rebeldes perdieron la vida ayer en todo en el país, de los que una veintena murieron en la capital; una cifra que los Comités de Coordinación Local (CCL) elevaron a 102 personas.
Afirman que las calles están prácticamente vacías en numerosas zonas, muchos comercios han cerrado y un gran número de residentes ha salido de las áreas bombardeadas.
La situación en Siria «es ya incontrolable» para el secretario de Estado de Defensa de EEUU, Leon Panetta y para su homólogo británico, Philip Hammond, según expresaron en una rueda de prensa en el Pentágono. Para la Casa Blanca, el régimen de al Assad está «perdiendo el control de Siria», mientras un alto responsable de la administración no ocultó su preocupación porque el conflicto pueda contaminar a los países vecinos».
El presidente del Consejo Nacional Sirio (CNS), Abdelbasset Seida, afirmó que el atentado supone un «punto de inflexión» y acelerará el fin del conflicto. «Esta es la fase final. Caerán muy pronto», afirmó.
El enviado de la ONU para el conflicto sirio, Kofi Annan, pidió un retraso de la votación de la resolución sobre Siria con la esperanza de lograr algún tipo de acuerdo con Moscú. El embajador francés, Gérard Araud insistió en que las negociaciones se deben entablar en torno a una resolución bajo el capítulo VII, con una amenaza de sanciones» y dijo esperar una evolución en la posición de Rusia, que han dejado claro su veto al texto de los países occidentales que recoge la posibilidad de sanciones o una intervención.
En una conversación telefónica, los presidentes ruso y estadounidense, Vladimir Putin y Barack Obama, constataron que persisten sus diferencias sobre cómo acabar con la crisis. Para Rusia, «la adopción de la resolución sería un apoyo directo a un movimiento revolucionario. Si estamos hablando de una revolución, la ONU no tiene nada que ver con eso», según, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
Mientras, Estados Unidos añadió los nombres de 24 políticos sirios más a su lista de objetivos de sanciones. GARA
Un niño murió por en Trípoli, Líbano, por disparos desde Bab al-Tebbaneh, barrio de mayoría suní, en dirección al barrio de Jabal Mohsen, de mayoría alauí, durante las celebraciones por la muerte de los dirigentes sirios en el atentado en Damasco. Además, ocho personas más resultaron heridas.