A la asociación de apoyo a personas presas y a otros colectivos sociales le parece muy grave la situación que se da en las celdas especiales de aislamiento para mujeres de Zaballa, en las que se aísla y vigila a aquellas con riesgo de suicidio, como supuesta medida «preventiva» para evitar que se quiten la vida. Salhaketa estima que la medida es «contraproducente», por las situaciones que deben padecer las mujeres encerradas en ellas.

Se trata, según relatan, de tres celdas un poco más pequeñas que las normales. «Están separadas por dos cristales blindados y en medio hay una persiana que solo puede subir y bajar la llamada `presa de apoyo', que en realidad es una presa obligada a realizar funciones de vigilancia que competirían a personal laboral especializado en salud mental o en su caso al propio funcionariado de prisiones», explican.

Estos habitáculos no disponen de inodoro, lavabo ni ducha, tan solo de un agujero en el suelo para hacer sus necesidades, saliendo el agua corriente por un grifo en la pared que cae en la celda. Tampoco cuentan con material de higiene y no dispone de ropa de cambio. «La comida llega tarde y fría», añaden en su relato.

Las celdas no disponen de ningún sistema de comunicación con el exterior y, además, estiman «aún más grave» que no se estipule la visita médica diaria a esas presas para evaluar su estado de salud ante el riesgo de suicidio. A las presas que se les asigna la vigilancia, indican, se les obliga a permanecer en turnos de 12 horas, aunque puede darse el caso de que estén todo un día a falta de relevo.

Salhaketa advierte en su documento de que a esas «presas de apoyo» se las chantajea, amenazándolas con traslados de módulos o pérdidas de visitas.