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Fede de los Ríos

Un policía siempre será un policía

 

Vamos a por ellos mecagüen Dios... Venga joder, esa bocacha en primera línea mecagüen Dios...», mientras golpeaban a todo aquel que se les pusiese a mano y a tiro de bocacha. Una ciudadana que observaba lo que estaba sucediendo pedía calma... «quítate de aquí que te vas a llevar una manta de hostias que vas a volar»; ella agitó un pañuelo blanco a modo de bandera... «¡a mí me come la polla tu bandera blanca! Tírate de aquí, ¡que te quites, hostia!», le responde un policía nacional que responde al nombre clave de «león 30». Era la mañana del 15 de julio en Iruña, capital del Viejo Reyno, después de cargar contra «el encierro de la Villavesa». La agresión la habían iniciado miembros encapuchados de la policía municipal que esperaban en la calle Estafeta, pertrechados con cascos, escudos, pistolas y porras, la llegada de los mozos. La bienvenida, arrojar gas pimienta a quienes lanzaban gritos tan subversivos como ¡Indurain! ¡Indurain! (obsérvese la doble intención de la frase).

En Madrí, capital de otro reino, individuos uniformados apaleaban a diestro y, sobre todo, a siniestro. Hombres, mujeres, jóvenes y entrados en años que manifestaban su disconformidad por el empobrecimiento al que les someten sus representantes políticos, comprobaban en sus carnes la calidad y calidez del Estado de Derecho en su especificidad española. Un Estado es de Derecho si el uso de su fuerza está regulado por la ley; aquí es la ley de la fuerza la que regula la fuerza.

En los foros de fuera de Euskal Herria hablan de brutalidad policial como concibiendo la posibilidad de existencia de lo policial al margen de lo brutal. Fáltales un poquito de experiencia en el disfrute de este Estado de Derecho y es raro, porque la tan española Real Academia de la Lengua define «brutalidad» como calidad de bruto; como falta de razón y desequilibrio pasional y como acción violenta y cruel. Y «bruto», como necio e incapaz; persona sin educación, grosera y sin moderación; aquel que emplea la fuerza física sin medida; animal irracional.

Como la Naturaleza les dotó de músculos, incluso de habla, pero merced a las circunstancias, la falta de hábito en el desarrollo de la racionalidad, -función propia de humanos-, les fue negada, ¿qué podían hacer para sobrevivir los de neocórtex no muy desarrollado? Elemental: vender la brutalidad de su cuerpo al que pudiera comprarlo. Así, a muchos, la profesión de policía les salvó de la cárcel, pudiendo canalizar la violencia fruto de sus aptitudes naturales para la defensa de sus amos. A qué se va a dedicar un sujeto poco amigo del esfuerzo, con no excesivas dotes para el estudio y, por lo general, víctima del fracaso escolar: a madero, a guardián del orden y la ley. Dar hostias y encima cobrando ¿Se puede pedir más? Con pistola y todo. Con una porra como prolongación del pene y máscara con qué ocultar el rostro.

Algunos dicen que ingieren drogas y de ahí su irracional violencia ¡No por Dios, qué cosas tenéis! Algo mucho más simple: no pueden ser de otra manera si quieren seguir cobrando a fin de mes.

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