Tantas Barcelonas como turistas
Si se está dispuesto a convivir con la muy famosa «xafogor» (ese calor agobiante vinculado a la cercanía al Mediterráneo) Barcelona vive durante los meses veraniegos una explosión cultural que ofrece posibilidades para casi todos los gustos.
Xabi Prera
A sus playas y atractivos turísticos imperecederos, la capital catalana añade un sinfín de festivales y demás propuestas artísticas y culturales de entre las que cada cual puede seleccionar aquellas que mejor se adapten a las necesidades y al bolsillo...
Por su magnitud y variedad, quizá sea el GREC el mejor ejemplo de este aluvión cultural barcelonés. Durante todo el mes de julio, este festival ofrece una visión transversal de la cultura, con propuestas que van de la música al circo, pasando por el teatro o la danza. Buscando el equilibrio entre internacionalización y la fidelidad a los autores autóctonos, entre las propuestas más atractivas hallamos una serie de conciertos íntimos con conocidos artistas (Off the record, les llama la organización) o un cartel teatral que ha intentado llegar a más público descentralizándose y buscando acomodo en distintas salas de la ciudad.
Esta visión íntima también se puede trasladar a la manera en que el visitante envida a la ciudad. Del centro histórico (inevitable pero colapsado) a barrios con personalidad y atractivo propio como Gràcia, Sants o Horta hay tan solo unos minutos en metro o autobús, y esta ruptura (aunque momentánea) con el circuito masificado ofrece una mejor perspectiva de lo que es Barcelona hoy día. Lo mismo ocurre con las playas, siendo La Barceloneta el emblema del turismo extranjero de sol, playa y noches muy activas por los bares de Ciutat Vella. El visitante puede unirse a ellos o buscar alternativas en zonas de baño situadas en la cercanía del Fórum o en poblaciones cercanas como Badalona, Montgat o El Masnou.
La actividad diurna puede completarse con la visita a alguno de los numerosos museos de la ciudad, muchos de los cuales ofrecen actividades veraniegas destinadas sobre todo a los más pequeños. Así, por poner un ejemplo, la visita clásica a las colecciones del Museu Nacional d'Art de Catalunya puede complementarse con una propuesta para menores que recorre las salas góticas y románicas en busca de escenas que esconden crímenes. El objetivo, agudizar su ingenio y sacar el alma de detective que todo chaval lleva dentro.
La noche en la capital catalana es muy polifacética, lo que la convierte en apta para todos los públicos. En los últimos años han proliferado, cual setas, un incontable número de festivales musicales al calor de la irrupción de la música pop. Pese a ello, la oferta es variada, y en apenas dos meses es posible ver en Barcelona a artistas tan distintos como Maika Makovski, Emir Kusturica, Mishima o Macaco, entre muchos otros. Mención aparte merece el Festival de Cap Roig, en la Costa Brava, que durante todo el verano mantiene una oferta de calidad. A pesar de que ya es tarde para ver a Bob Dylan, el programa ofrece actuaciones tan distintas como James Morrison o Joaquín Cortés.
Otra de las propuestas nocturnas por excelencia son los cines al aire libre, que se ofrecen en distintos puntos de la ciudad condal. No obstante, el más conocido es el que se celebra tres días por semana durante todo el mes de julio y la primera semana de agosto en uno de los fosos del castillo de Montjuic. Precioso marco y una buena idea para aquellos que toleren mal el calor y quieran un poco de aire fresco para acabar el día, puesto que a casi 200 metros sobre el nivel del mar la brisa corre con más alegría y la temperatura baja algunos grados.
Así pues, el verano en Barcelona es una especie de combate a tres bandas que el visitante contrae con el calor y las riadas de extranjeros que acuden a vivir su «Vicky, Cristina, Barcelona» particular. Si se es capaz de vencer al sudor y los «guiris», se hallará un inagotable manantial de ideas y sensaciones con las que complementar su visita a tierras catalanas.