Una sentencia breve, una frase seca, sin escapatoria. Un apotegma, para ponernos la peineta. Así es la vida: efímera y heterogénea. Así sea la Cultura: popular pero imbricada en el pensamiento. Un aforismo es una gota que rebosa el lago y crea una inundación. Sueña el loco con una hipoteca. El mercado cultural define su ideario: un artificio que supura franquicias. Interacción es la gran coartada. Ponme la mano aquí, Macorina. Dale cuerda al reloj para que salga el huevo cocido. Evasión o Justicia.

Llegan los vendecultura, especie depredadora que siempre coloca sus intereses privados en nido ajeno, a ser posible público. Hacen ya campaña electoral para manifestar lo contrario, pero lo expresan en chino político arcaico que no engaña a nadie. Vuelta a la casilla de salida. Hay que usar protección, compra los satélites teledirigidos. Los vendecultura odian la cultura, pero trafican con ella. Odian a los hacedores de cultura, pero se aprovechan de ellos. Son una plaga endémica que ha crecido amparada por políticos menores que los alimentan para aumentar la mediocridad universal donde se sienten príncipes de la nadería y el retruécano afásico. Habrá que usar insecticida de amplio espectro. Quizás quitarles el presupuesto sea una solución eficaz.

Ni se compra ni se vende la cultura verdadera. Refrán, copla, acción. Quizás sea el momento de volver al concepto de frente cultural para afrontar el futuro. Ni un paso atrás y atención, mucha atención, a los virus oportunistas, que pueden implantar cepas destructivas en donde menos te lo esperes. Dos cuerpos son el oasis del desierto de soledades. Así sea la Cultura: libre y seminal. Ponme la mano aquí, Macorina.