La salida de la crisis, una puerta giratoria
El informe del FMI sobre la economía española hecho público ayer adelanta que la recesión durará, al menos, otro año y medio. Contempla una caída del PIB del 1,2% para el próximo ejercicio, el doble de lo previsto hace apenas unas semanas y siete décimas más de lo anunciado por el Gobierno del PP, y advierte de que las perspectivas económicas generales se presentan «extremadamente difíciles». El organismo internacional confirma de este modo que las medidas de austeridad implementadas por Mariano Rajoy tendrán un significativo impacto negativo en el crecimiento económico y en el paro. Pero, en una muestra de cinismo sin parangón, recomienda seguir con la ortodoxia de las recetas que han agravado la hecatombe. A saber: más recortes y mayor presión fiscal.
En el manual de recetas del FMI no hay torpezas ni errores, sino razón pura. Rescatar bancos, reducir el gasto público, privatizar los bienes colectivos, socializar las pérdidas privadas, alargar la edad de jubilación, flexibilizar los despidos, reducir salarios... brinda enormes beneficios a un grupo relativamente reducido de personas que son, casualmente, las mismas que definen las políticas a implementar. En esa tarea, cuentan con la cobertura de políticos, algunos de los cuales han tenido en nómina, que repiten ese discurso desde cómodos despachos, donde pueden incluso hacer como que lloran o lo sienten. Pero no hay país en el mundo que haya crecido económicamente con esas recetas. Y no deja de ser una obscena muestra de «éxito» que las economías que se «sanean» con esa medicina tengan más pobres y estén más asfixiadas por la deuda que nunca. El paro sube, el gasto social se achica, los pueblos protestan y aquellos sectores que generan empleo, producción e inversiones, se ven obligados a reducir presupuesto, en un círculo vicioso que se realimenta.
Así, la referencia del «corralito» de Argentina resulta casi inevitable. Andar ese camino solo hará que la salida de la crisis sea, en realidad, una puerta giratoria.