Los recortes de subvenciones institucionales a clubes deportivos de élite se suceden, como lógico efecto de una crisis brutal que marca otras prioridades y que la mayoría social entiende. También lo han hecho así dirigentes como el presidente de Osasuna, Miguel Angel Archanco, que ha dicho comprender como ciudadano la retirada de la ayuda de 1,4 millones del Gobierno navarro, pese a denunciar a continuación con contundencia la «demagogia» de UPN en este caso. La sensatez mostrada por Archanco contrasta con la agresividad usada ayer por mandatarios y exmandatarios del Lagun Aro GBC ante el anuncio de la Diputación de Gipuzkoa de la rebaja de su aportación. La anterior Diputación asumía un 25% del presupuesto, a todas luces excesivo. Con este tipo de ayudas crecieron burbujas que luego se desinflan, como pasó en su día con Hondarribia-Irun (abocado también a abandonar una competición europea) o Arrate en Gipuzkoa, o bien estallan con estrépito, como se ve ahora con San Antonio o Itxako en Nafarroa. Toca reordenar todo analizando viabilidades, trayectorias y beneficios sociales, sin tablas rasas pero también sin castillos en el aire.