CICLISMO Contrarreloj masculina
Broche de oro a un año espectacular
Bradley Wiggins pulveriza el reloj para hacer buenos los pronósticos. Martin y Froome le secundan en el podio, con Castroviejo a once segundos del diploma.
Amaia U. LASAGABASTER
Una de las polémicas de los últimos días se ha centrado en las especialidades merecedoras de ser olímpicas. Y, aunque sea el fútbol el que ha estado en el ojo del huracán, algunas voces también excluían al ciclismo en ruta, al considerar que la medalla de oro no es el máximo galardón al que se opta en este deporte, en el que el Tour está por encima de todo lo demás.
Es probable que esas voces tengan razón pero, en el caso de que la satisfacción pudiera medirse objetivamente, no está nada claro si la que experimentó Bradley Wiggins en los Campos Elíseos supera a la que le supuso colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos. En «sus» Juegos, para más señas.
En cualquiera de los dos casos, el logro tuvo el valor añadido de la novedad. Si el líder de Sky fue el primer británico en llevarse el maillot amarillo a casa, también fue el primer corredor que consigue el oro para Gran Bretaña en ciclismo de carretera.Un broche inmejorable para un año espectacular, en el que Wiggins prácticamente ha duplicado el palmarés con el que despidió el año pasado.
Ha sido, además, una cuestión de calidad, con victorias en las clasificaciones generales de Paris-Niza, Romandía, Dauphiné y, sobre todo, Tour, pruebas en las que también se ha apuntado triunfos parciales.
Éxitos basados en una escuadra potentísima y la mejora de su rendimiento en montaña, sí, pero sobre todo en su capacidad contra el reloj. Que tampoco es nueva -el año pasado ya se hizo con la plata en el Mundial-, pero que también se ha visto potenciada en la trayectoria ascendente del británico.
Récord olímpico
Lo demostró en el Tour y lo confirmó ayer, haciendo buenos los pronósticos para pulverizar el reloj en los 44 kilómetros de trazado. Marcó los mejores tiempos a partir del décimo kilómetro, fue el único ciclista que bajó de los 51 minutos en línea de meta y obtuvo diferencias abismales, lo que le permitió no solo colgarse el oro, sino superar a Steve Redgrave y convertirse en el deportista británico con mejor palmarés olímpico.
Y es que, antes de pasarse a la carretera, el corredor nacido en Gante había acumulado metal en pista, con dos oros en persecución individual (Atenas y Pekín), un oro, una plata y un bronce en persecución por equipos (Pekín, Atenas y Sidney), y un bronce en Madison (Atenas).
Esplendor ante el que casi pasaron desapercibidas otras actuaciones dignas de mención. Empezando por las de los dos hombres que acompañaron a Wiggins en el podio. Tony Martin, vigente campeón mundial -que se atrevió a rodar más rápido que el vencedor en los primeros kilómetros, pero que después se fue alejando de Wiggins sin remedio-, y Chris Froome, lugarteniente de lujo del campeón, al que tampoco esta vez perdió de vista. Ningún otro ciclista consiguió acreditar un tiempo inferior a los 52 minutos.
Aunque el regusto por las diferencias no fue igual para todos. Jonathan Castroviejo perdió casi tres minutos respecto al vencedor, pero probablemente le dolieron más los once segundos que le separaron del diploma olímpico. Disgusto que no empaña la gran actuación del getxotarra, que fue marcando los mejores tiempos en todos los parciales, hasta que los galgos arrasaron por detrás.
La cruz
No mucho mejor que Castroviejo -apenas 36 segundos- acabó Fabian Cancellara. Vencedor cuatro años antes, el suizo llegaba a Londres con el objetivo de repetir su éxito en Pekín, donde también se había subido al podio en la prueba en ruta -tercero en línea de meta, plata finalmente tras la descalificación de Davide Rebellin-. Pero, al contrario de lo que sucede con Wiggins, el hombre de RadioShack parece vivir uno de los años más aciagos de su carrera. Una caída en Flandes destrozó su clavícula y su primavera; y la que sufrió el sábado le dejó sin opciones en Londres.
Aunque durante los primeros kilómetros pareció metido en la pelea, pronto se vio que incluso el podio iba a estar complicado. Y es que a la pérdida progresiva de su hegemonía en la especialidad -Martin y Wiggins ya le habían superado en el pasado Mundial, y el propio Wiggins y Froome también fueron mejores en la primera contrarreloj larga del último Tour-, se le uniceron las magulladuras.
Cancellara nunca se vio cómodo sobre la bicicleta y, a la postre, acabó cediendo más de dos minutos en línea de meta.
Más de seis le cayeron a Luis León Sánchez, la otra cruz de la jornada, aunque por motivos diferentes. El murciano no parecía optar al podio, pero sí a un puesto de honor. Se quedó fuera de la pelea en la misma rampa de lanzamiento. Su primera pedalada se llevó por delante la cadena, obligándole a cambiar de inmediato la bicicleta, que también le dio problemas más adelante. Desconcentrado, consciente de que ya no tenía nada que hacer, se vio doblado incluso por Phinney, Martin y Wiggins. Acabó, por orgullo, a más de seis minutos del ganador. Solo cinco corredores marcaron peor tiempo en línea de meta.