CRíTICA: «Stopped on Track»
La muerte en directo
Mikel INSAUSTI
El comienzo de «Stopped on Track» es desolador, de los que dejan al patio de butacas en estado de shock. El espectador se queda a partir de la impactante introducción completamente indefenso, sin asideros a los que agarrarse para soportar lo que se le viene encima. Es la única forma de que nos identifiquemos con el protagonista, con su desesperación y su sufrimiento, porque si no todo resultaría llevadero, como sucede con los melodramas sobre enfermedades terminales. La realidad es otra, justo la que refleja ese verdadero médico que repite el protocolo habitual al comunicarle al paciente, que sí es actor y por eso vemos la reacción de su rostro en primer plano, el peor de los diagnósticos posibles.
Andreas Dresen ha evolucionado como cineasta y domina ya el oficio con la seguridad de quien ha encontrado el cauce expresivo que andaba buscando, y que, para su sorpresa, lo tenía delante de las narices. Se trata de entrarle sin miedo al lugar común, que es de lo que los demás huyen como de la peste, por miedo a repetirse. El alemán demuestra que siempre queda algo por descubrir en la crónica diaria de la gente corriente si se sabe mirar, si uno se atreve a contar lo que se suele callar por falso pudor. No se ahorra ningún detalle a la hora de describir las distintas fases por las que pasa la víctima de un cáncer letal, dentro de un proceso agónico que afecta a su entorno familiar hasta el punto de que quienes le sobreviven ya nunca volverán a ser los mismos. Todo está ahí, resumido en el diario que el desahuciado graba en su iPhone, incluida una inolvidable canción ilustrada muy alusivamente con los post-it que utiliza para recordar cuánto su cerebro dañado no es capaz de retener.
Nadie discute el modo en que Dresen muestra el deterioro físico del enfermo, pero hay más división de opiniones sobre cómo retrata su perdida paulatina de la razón. La opción elegida me parece genial, ya que su degradación mental la materializa convirtiendo al tumor maligno en un personaje de carne y hueso, interpretado por el actor teatral Thorsten Merten. Y así el tumor asiste a un talk show televisivo, o incluso informan sobre su avance en las noticias de la radio.