Por activa y por pasiva, pasamos por los aros, porque es una representación de un mundo feliz, en donde los que llegan más alto, más lejos y son más fuertes acaban colgándose medallas. Vemos explosiones de alegría, pero también llantos, decepciones, fatalismo. Nos dijeron antes de empezar que había, al menos, un atleta que corría sin bandera ni himno, porque pertenecía a uno de esos paises africanos en donde las turbulencias no han cesado. El resto se mueve como ejércitos del siglo dieciséis, con su abanderado, y sus himno como recompensa. Yo creo que en puridad deberían sonar los himnos de los patrocinadores más que el de los estados que dan cobertura administrativa.

Los juegos acaban en breve, la realidad económica, social, política se va a mantener intacta, pero empeorada en todos sus parámetros con el aumento del IVA, del IRPF, los recortes, y aquí tendremos como foco de desequilibrio añadido, la campaña electoral al parlamento de Gasteiz. La fecha a determinar, pero muy pronto. Así que pasarse un rato viendo carreras sobre el tartán, esfuerzos musculosos, acrobacias o piruetas diversas, más los esfuerzos varios sobre arena, parqué o césped sintético, no es la peor opción en estos días. TVE, con todos sus canales está haciendo la cobertura más amplia, con los comentarios más exentos de criterio, en ocasiones rozando lo insufrible. Las generalistas se cuelgan al medallero para ocupar muchos minutos informativos.

Porque visitar las televisiones locales, los programas sobre fiestas y playas es un bucle hacia el ayer más anquilosado. Las fiestas patronales parece que no tienen otra posibilidad de aparente cambio que en la marca de cerveza que las patrocinan mayoritariamente. La plantilla del programa era en ciclostil hace veinticinco años, se pasó a Excel hace quince, y ahora se rellena en PDF, pero sin evolución de contenidos. Es algo a considerar, se están muriendo de aburrimiento y falta de imaginación. Quizás el futuro sean fiestas vividas a través de la tableta o el teléfono móvil. Todo se puede esperar de tanta mimesis y tradiciones de hace apenas tres lustros consideradas inamovibles, al menos por las televisiones.